Cine Qua Non / Haneke te vigila

AutorRicardo Pohlenz

Michael Haneke es un provocador. Presentarlo es llenarlo de adjetivos. Desde que se le sitúa como un cineasta austriaco que dirige en francés hasta que se le califica de monitor de la conciencia burguesa europea, ha servido de dedo acusador de los males y comodidades de occidente, lugar al que le promete que no durará mucho tiempo más.

Fue convertido casi en referencia pop después de los patrones patológicos de conducta mostrados por Isabelle Hubert en La Pianista. Nunca ha sido algo cómodo ver una película de Haneke. Antes de eso, uno que otro entendido de cineclub podía presumir haber sobrevivido la experiencia, La Pianista convirtió ese trance en algo deportivo.

Haneke denuncia el precario equilibrio en el que sobrevive el orden social sin tocarse el corazón (o para el caso, otra víscera). Hace corte y disección de la culpa clasemediera sin dramatismos o moralejas a cuadro o en la banda sonora. Resulta más inquietante debido al retrato descarnado que hace de sus personajes y circunstancias: animales en cautiverio siempre a punto de soltarse, siempre a punto de atacar.

Eso es lo que resulta inquietante (ya no tanto incómodo) del cine de Haneke, esa disminución de la condición humana llevada desde el absurdo de una crueldad que se justifica como síntoma de una enajenación cultural extrema.

Pero por más límites transgredidos, la industria cultural no se cansa de él. Piden más. En 2006 le fue comisionada en París la puesta de Don Giovanni, ópera de Mozart. Lo que hizo, para disgusto de la crítica, fue situarla en la actualidad: un lobby de oficinas en un...

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