Cine sobre cuatro ruedas

AutorDiana Gutiérrez

"¡Pásele, hay lugar!", "¡Circulando, circulando!", gritan varios jóvenes que dan la bienvenida a los cientos de coches que aguardan en fila para ingresar al nuevo Autocinema Coyote, abierto en la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, muy cerca de su antecesor en la zona, ubicado en Avenida Universidad hace más de 30 años.

A diferencia de los cines de las grandes cadenas, éste anuncia una sola película para hoy: The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975).

La mayoría de los asistentes a la apertura del autocinema rondan los 30 y es la primera vez que asisten a uno, aunque los han conocido a través del cine o de comentarios de sus padres y abuelos, y sienten curiosidad por vivir la experiencia.

"Es maravilloso que hayan abierto un autocinema, yo sólo los conocía por las películas. Además, me emociona que vayan a pasar esta cinta en pantalla grande porque sólo la he visto en la tele", dice Erika Hurtado, de 24 años.

En un área para 160 autos, los acomodadores conducen a los coches hasta su lugar: los compactos en las primeras dos filas, las camionetas en las últimas tres.

"El terreno es plano y es una estrategia para que todos vean bien. La pantalla está a tres metros del piso", explica Miriam Mercado, fundadora del proyecto junto con Rafi Farca, Jacqueline Kajomovitz, Isaac Ezban y Salomón Askenazi.

Quienes no compraron su boleto en el sitio web de la empresa, tuvieron que llegar una hora antes para alcanzar entradas en la taquilla y, de paso, elegir un buen lugar.

Los del centro son los únicos que se colocan en posición vertical, el resto debe estacionarse en diagonal. La primera hilera es perfecta para los que vienen en pareja. Y en grupo, lo ideal es a partir de la tercera.

"Cada quien en su propio palco", como diría el estadounidense Richard Hamilton, inventor del autocinema en los años 50. Así que, ya estacionados, lo primero es encender la luz del interior mientras que un miembro del staff entrega una bocina inalámbrica con sonido estéreo por coche, a cambio de una identificación. Nada que ver con las bocinas monoaurales que se tenían que colgar de la ventanilla anteriormente.

Y la proyección inicia mientras algunos espectadores platican, hablan por teléfono, escriben un tweet o suben fotos a Facebook.

Hay un área especial para los ciclistas y peatones, un lounge con pequeñas mesas y sillas retro, donde pueden vivir la experiencia por igual, mientras se toman una malteada o rememoran los sabores de la infancia con la icónica copa de...

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