'La ciencia está descuidada'

AutorIsrael Sánchez

De entre todo lo que el físico Roberto Escudero Derat tiene en su laboratorio de primer nivel, una modesta maqueta con un pedazo de papel donde se lee "Escudería Superconductora" aún le provoca el mayor asombro.

Ahí, sobre tres filas de imanes de muy alto campo magnético que forman un circuito, el científico nacido en Parral, Chihuahua, en 1943, coloca fragmentos cerámicos -uno con la figura de un cochecito- que ha enfriado previamente en humeante nitrógeno líquido.

Y la ciencia hace su magia.

"Eso no lo ha visto mucha gente, véanlo cómo flota", dice Escudero Derat ante su entrañable tren levitado, una demostración del efecto Meissner, que enseña en entrevista desde el Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la UNAM, donde ha desarrollado su quehacer científico por casi 40 años.

"¡Qué maravilla! Miren, ¡eso es una hermosura!", insiste, con la misma admiración de un infante que observa por primera vez este ejemplo de superconductividad, uno de los fenómenos a los que ha dedicado la mayor parte de su carrera el físico experimental, hoy reconocido con el Premio Nacional de Ciencias 2022. "Tengo años y años de verlo, y no me canso".

Escudero Derat, premiado en la categoría de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, ha mostrado su tren a los más jóvenes, para quienes puede provocar lo mismo que él sintiera con un experimento de un libro de ciencias que tuvo en primaria, el cual aún conserva al día de hoy.

"La palabra me encantó: experimento", comparte el físico, próximo a cumplir 80 años, con las instrucciones del mismo todavía presentes: poner una barra de hierro oxidada al rojo vivo; colocarla en un vaso lleno de agua, y observar lo que se libera.

"¿Qué gas es? Y le prendía un cerillo y era hidrógeno. Eso fue lo que me llamó la atención", recuerda Escudero Derat, igualmente influenciado por la figura del ingeniero Cyrus Smith en La isla misteriosa, de Julio Verne, que leyó de niño en Acapulco.

Su familia se había desplazado ahí, al número 71 de la calle La Quebrada, siendo él todavía muy niño; "nos la pasábamos felices jugando futbol en la playa. De veras, era fantástico". ¿Sus colores?, los del Atlante; no el de ahora, sino aquel en cuyas filas jugaba el argentino Héctor Gandini. "El tipo era fantástico, era impresionante".

En 1962, el futuro investigador -que hoy se niega a que le hablen de usted, tiene varios perros y gatos, y es fanático de Los Cadetes de Linares- vino a la Capital a hacer el examen de ingreso a la UNAM, y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR