Cicatrizan heridas 'mordidas' de larva

Ellas tienen cientos de años sobre la Tierra. Se trata de las larvas de mosca verde, cuyo único alimento es el tejido muerto.

Fue en la Primera Guerra Mundial cuando los médicos las usaron para curar brazos y piernas gangrenados de los soldados heridos. La técnica fue un éxito.

Pero en los años 30, con la aparición de los antibióticos y otros métodos para ayudar a la cicatrización de heridas, la larvaterapia quedó en desuso. Tuvieron que pasar 50 años para que esta técnica resurgiera en Estados Unidos; en México, apenas hace 10 que se utiliza.

"Las larvas se comen todo lo que (en la herida) está podrido y muerto, dejan sólo lo que está vivo; eso permite rescatar tejido que, de otra forma, el cirujano se hubiera llevado con el cuchillo", explica José Contreras Ruiz, coordinador de la Clínica Interdisciplinaria de Cuidados de Heridas y Estomas en el Hospital General Dr. Manuel Gea González y pionero de la larvaterapia en el País.

El principal objetivo de este método, agrega el especialista, es evitar que la herida se expanda y se ampute la extremidad afectada.

"Lo que más atendemos es pie diabético. Somos uno de los países con mayor incidencia de diabetes, y al sistema de salud, en el pasado, no le importó este hecho, ni tampoco le importó educar a los médicos en el manejo de los pies diabéticos.

"Tenemos un índice de amputaciones 100 veces más alto que los Estados Unidos, y esto no sólo es porque los pacientes lleguen más graves, sino por la negligencia médica de creer que amputar a un paciente es solucionar el pie diabético. Aquí, en lugar de curar, se amputa. Entonces la larvaterapia surgió como una alternativa para tratar de rescatar el mayor número posible de pies", asegura Contreras Ruiz, quien fue alumno de Ronald Sherman, profesor de la Universidad de California que retomó la técnica en 1989.

El 'modus operandi'

Las larvas son una opción para los pacientes que por meses o años viven con una herida que no cicatriza y que, lejos de mejorar, cada vez se encuentra en peor estado, como las úlceras por inmovilidad y el pie diabético.

Antes de colocarlas, los médicos deben verificar que la herida tenga una buena circulación sanguínea porque, si las aplican en tejidos con circulación deficiente, pueden "darlos por muertos" y alimentarse de ellos.

Criadas en un ambiente estéril, las larvas siempre respetarán el tejido vivo, pero no son capaces de "limpiar" huesos ni tendones porque son tejidos muy duros.

Mientras comen el tejido muerto hasta...

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