'En China, sólo íbamos del salón a la habitación'

Teresa Moreno

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 3 (EL UNIVERSAL).- "Si me enfermo, no voy a poder terminar la maestría", pensó Liz Anel Cruz Rangel, estudiante de 28 años, quien regresó hace dos días de China ante el nuevo coronavirus.

Con gran alivio, la mujer y 17 más de sus compañeros lograron volver a México luego de que el gobierno de Guanajuato y la Cancillería los evacuaron de aquel país asiático.

Liz Anel llevaba viviendo cinco meses en China preparándose para su ingreso formal a la maestría en Turismo, en la Universidad Internacional de Heilongjiang, ubicada en la ciudad de Harbin.

Desde que se encontraba en la preparatoria, el sueño de esta joven guanajuatense era cursar un posgrado en el extranjero.

Después de años de estudio y trabajo, finalmente lo logró y se encontraba cumpliendo su meta. El programa le exige estudiar y aprender chino durante un año para después tomar sus clases de la maestría en este idioma.

A los cinco meses de haber comenzado su capacitación, justo en medio de las celebraciones por el Año Nuevo chino, inició a extenderse la alerta sobre una enfermedad peligrosa que se había originado en la nación asiática.

"Comenzaron a surgir rumores de que había un virus peligroso, así lo escuchamos. Luego en las noticias nos dimos cuenta de que sí había uno y que debíamos tener cuidado. Nosotros estábamos muy lejos de Wuhan ?el epicentro del brote?, y como hace mucho frío, no creímos que hubiera una gran posibilidad de que se desarrollara el virus.

"No estábamos tan alarmados, pero poco a poco se fue extendiendo y se salió de control. Estuvimos resguardados, aislados y estudiando. Nuestra rutina era ir del salón a la habitación y de regreso. Después me daba miedo salir al mercado o a algún lugar concurrido", cuenta.

Así, mientras el virus se iba extendiendo por las diferentes provincias de China, también crecía la preocupación de la joven, puesto que temía que pudiera estar en riesgo todo el esfuerzo que ha realizado por obtener y mantener su beca.

Lo anterior implicaría perder todo lo que ha aprendido en sus jornadas de estudio de hasta 12 horas diarias para dominar el idioma, que califica como "uno de los más difíciles" que ha conocido.

Sin embargo, el temor por su vida y las de sus compañeros comenzó a ser más grande que el de perder sus avances académicos, especialmente luego de que dos de sus amigas viajaron a Shanghái y comprobaron la situación de emergencia: el turismo se redujo y la gente no salía a las calles. La...

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