Tiene Chimalhuacán toque mediterráneo

CHIMALHUACÁN.- En las faldas del Cerro Chimalhuache, entre la creciente mancha urbana y la aridez de donde antes yacía el Lago de Texcoco, se esconde el secreto mejor guardado de Chimalhuacán: 450 olivos que desde hace siglos alimentan la gastronomía y economía de las familias de la zona.

Su volumen de producción de aceitunas, de apenas 25 toneladas anuales, según información de la oficina de Turismo municipal, no es la envidia de España, pero sí su sabor y calidad.

"Aquí nos ha visitado gente de España, de Grecia, mexicanos de origen libanés, y todos coinciden en que las aceitunas de esta región saben como ninguna otra", platica Deyanira González, productora del barrio de San Lorenzo.

Su familia cuenta con ocho olivos traídos desde Grecia por un agrónomo de Chapingo hace 55 años, pero la historia de estos árboles en la región, asegura, se remonta a más de 500 años.

"Aquí ha habido olivos toda la vida, se dice que los trajeron los frailes españoles que los sembraban en los conventos e iglesias de por aquí, desde entonces es una tradición para nosotros; no somos judíos ni libaneses, pero sí las comemos en todos los platillos, hasta en la sopa", platica la productora.

Alrededor de 70 pesos cuesta el kilo de aceitunas, y se venden tanto verdes como negras, las favoritas de la gente local, y aunque actualmente no comercializan grandes volúmenes fuera de este municipio del Estado de México, dar a conocer su producción es para ellos fundamental.

"Queremos que la gente venga a conocer lo que hacemos aquí, porque es la única manera en la que vamos a lograr preservar los árboles que nos quedan, si la gente entiende que puede sacarles provecho vendiendo a buen precio la aceituna, entonces no van a tirar los árboles para construir más...

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