Chilangb alam / ¡Vale más morir de lleno y no de vacío!

AutorBrozo, El Payaso Tenebroso

¡Chamacos fantasiosos, jijos de mi último sueño sin dormir! ¿Quieren que les cuente un cuento?... ¡pos se friegan! Porque al fin y al cabo, ni es cuento, es una real, neta y verdadera historia, no se trata de ningún cuento clásico, de esos como los de 'La Capirujita Roja', 'La Bella Durmiente de Bosques', 'El Traje del Encuerador' o 'El Asiento de tres picos', nel, lo que les voy a contar es la pura verdura, la neta del planeta. Como la historia tiene su tiempo ya muy largo, les tengo que meter los antecedentes. Resulta y sucede que en noviembre de 2009, muy presente tengo yo, una chancluda llevó a su marido, con todos los síntomas de estarle haciendo el honor a Baco, o sea totalmente hasta atrás, o sea totalmente ebrio, borracho, alcoholizado o como ustedes dirían, pedote, al área de urgencias de un hospital en Texas. Los médicos le midieron la tasa de alcohol en la sangre, (hagan de cuenta el alcoholímetro), y salió con un 3.7 gramos/litro (nomás hagan las cuentas de que acá en Chilangolandia el límite legal para manejar es de .40 g/l, así que andaba más de 9 veces arriba del límite). Total que admiten al sufrido paciente en el hospital para tratarlo y tenerlo en observación, por lo grave de su intoxicación alcohólica, pero al otro día el carnal juraba y perjuraba que ni maíz, que él no había probado ni una gota de alcohol. Los médicos lo mandaron mucho... a su casa y se quedaron con la actitud muy sospechosista de que el paciente borrachín era incapaz de reconocer sus broncas con la bebida. Si quedara aquí el chisme, sería como la historia de cualquiera de ustedes, que en una mala-buena noche acaban en el hospital y después lo niegan y hasta dicen que no eran ustedes, pero en esta historia pasa que meses después el caso llega a los oídos de la doctora Bárbara Cordell, que es decana de Enfermería en Panola College, una universidad texana, que le entra la curiosidad de hacer un experimento con el cuate en cuestión: "Ella y sus colegas encierran al paciente durante 24 horas en una habitación del hospital. Las visitas están prohibidas, sólo recibe snacks para comer y se somete a controles de alcoholemia cada dos horas. Los médicos no pueden creerlo: en algunos...

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