Chilang Balam / ¿¿¿Un debate sin réplicas??? Túndelos señor, porque estos sí saben lo que hacen.

Otra vez llegamos a Semana Santa mis chamacos. Justo cuando comienzan las procesiones es cuando la perrada se bota de la que viene andando. Justo cuando hay que cargar la cruz, es cuando la raza se quita la suya de los lomos pa tratar de distraerse las heridas. Parece cuento, pero hasta los que no tienen ni en que caerse muertos se piran pa donde sea. Consiguen lana prestada, se agandallan el transporte, se cooperan pa libar y pa tramar, se acomodan donde sea, pero no se pierden la oportunidad de darse su caprichote. Toda la manada quiere playa y hasta ahora no existe una fuerza que detenga la tradicional fuga masiva de la capital. Un sueño se vuelve la ciudad... Tan tranquila, tan solita, tan de poca. El Periférico vuelve a servir, el Viaducto deja de parecer un trinche callejón, el cielo vuelve a verse y la gente respira de nuez. Ojalá que los viajantes pudieran establecerse por allá por donde pasean, ojalá la turba hiciera raíces en Caleta pa que pudiéramos recuperar este paraíso venido a chiquero. Ya sé que es un sueño de opio, pero algo podríamos inventar en el futuro pa deshacernos pícaramente de harta paisanada, de un buen de industrias y de Secretarías candingas que nada tienen que hacer aquí. Han de perdonarme el alucine, pero pos el hornazo es de quien lo trabaja.

LA RECOCHINA DUDA

Parlando de esta Semana Mayor, orita me acordé de una situación bien chirindonga que pasó allá en el Uruguay. Estaba por estrenarse en ese país "El Mártir del Calvario", y en todos los cines proyectaban la tremenda promoción del tal peliculón. Salía el rostro sangrante de Jesús y se oía una voz engolada que decía: "Enrique Rambal en el papel más tierno de su carrera..." Luego aparecía Judas con su cara clásica de intrigoso, mientras que el locutor anunciaba: "Manolo Fábregas interpreta al apóstol descarriado..." De inmediato se veían las multitudes rodeando al Maestro; un ciego recuperaba la vista, las pedradas tronaban sobre la Magdalena. Imagen tras imagen era acompañada por una música rete densa, rete estridente pero rete celestial, hasta que se veían un friego de monedas caer de bulto sobre una mesa de madera. Chirriaban grueso los violines y era entonces que el...

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