Chartres el gótico a través del vitral

AutorRose Mary Espinosa

La catedral gótica de Nuestra Señora de Chartres tiene la ciudad a sus pies: casas de piedra caliza y entramados de madera, calles estrechas que descienden hacia el Río Eure, campanarios y una multitud de puentes.

La Catedral es el símbolo y referente principal de la ciudad, pues todos los pasos llevan a ella, no importa qué tan pronunciadas sean las callejuelas o qué tan largos sean los tramos de escaleras. Ningún rincón se escapa de su presencia, ni siquiera aquellos pasajes donde la soberana iglesia no es visible, pues siempre irradia la majestuosidad de su historia y la herencia de siglos de erudición.

Hoy, la ciudad de Chartres es también un destino turístico donde la vida sigue entre sus calles de comercios y restaurantes, en el mercado de flores del sábado por la mañana y donde el tiempo se detiene desde una silla próxima al púlpito de Ia Iglesia de San Aignan para contemplar sus vitrales renacentistas, y desde la terraza del Moulin de Ponceau, donde se aprecia la tranquilidad del río y se ve a los transeúntes cruzar por el Pont de Minimes.

Renace de las cenizas

"La Madre de Cristo tiene un amor especial por esta iglesia", escribió en 1220 Guillermo el Bretón, cronista de la Corte. "Ninguna brilla tan resplandeciente como ella, elevándose otra vez completa con piedra labrada".

Y es que, quemada y saqueada en varias ocasiones, la Catedral de Chartres fue definitivamente reconstruida a partir de 1194 y dedicada en octubre de 1260 a la Asunción de la Virgen María, cuyo velo (la "Sancta Camisia", se cree fue usado por la Virgen al dar a luz a Cristo, y regalo de Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno), se conserva como parte del tesoro que se exhibe en la Capilla de San Piat.

La Catedral de Chartres es siempre imponente, a lo lejos por sus torres y casi flotando por encima de la

ciudad invisible; desde afuera por las esculturas que rodean el Portal Real, representando a reyes y reinas de Judá, a profetas, sacerdotes y patriarcas del Antiguo Testamento, y al nacimiento y muerte de Jesucristo, y desde su interior, por su colección de vitrales de color medievales y más de 150 ventanas de los Siglos 12 y 13.

Observar a las vidrieras de la Catedral de Chartres es como mirar a través de un caleidoscopio: vidrios, colores, formas múltiples. Pero basta detener los ojos para descubrir no sólo un sinnúmero de imágenes religiosas y pasajes bíblicos, sino escenas de la vida diaria: pescadores y carniceros ofreciendo sus productos, artesanos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR