Carta/ Un cese fulminante

El perdón se pide y se otorga, cuando hay un sincero arrepentimiento. Cuando se reconoce haber cometido un error. Pero si las disculpas son de dientes para afuera, si se dice: "pido perdón porque me lo exiges, pero no reconozco ni me arrepiento de nada...", entonces estamos frente a un empecinamiento inadmisible y ofensivo.

Nadie dudaría en dar su apoyo incondicional al Presidente de la República si éste diera muestras claras de honestidad intelectual que, en el caso concreto del "Castañedagate", significaría de manera inequívoca el cese fulminante de un Secretario que ha dañado más al país en unos cuantos meses que todos los errores cometidos en la historia de la diplomacia mexicana.

Fox ofrece disculpas porque está dispuesto a decir cualquier cosa que sus interlocutores en turno deseen escuchar de él. No porque lo sienta. Eso había quedado muy claro desde la campaña. Si algo caracterizaba a Fox era precisamente eso: su enorme capacidad para contradecirse en función de los escenarios donde formulaba sus ocurrencias.

El Presidente de México es, duele decirlo, un mitómano profesional y no hace falta que aquí enfaticemos la extrema gravedad de ese...

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