Centenario de Fellini: el artista en el foro de los suenos.

Es de sobra conocido que la exuberante, confesional y apabullante obra cinematografica del gran artista italiano Federico Fellini provoco, incluso, la aparicion de un adjetivo indiscutible del siglo xx: felliniano -si hemos de castellanizar del italiano- o fellinesco -fellinesque es una entrada en el Diccionario Collins del Ingles.

Cierto, son neologismos; pero tambien una manera de nombrar la imaginacion desbordada, la poesia circense y funambulista, lo intimo y lo confesional vuelto testamento publico, la remembranza maravillada aunque melancolica de los anos de infancia, lo increible y lo fantastico que avanza a ritmo de marcha andante y triunfal, de vals jocoso.

Empero, sin apenas resultar notorio, el apellido Fellini es, asimismo, una sinonimia multiple e inabarcable en si mismo, referente al genio absoluto de lo filmico, pues no enfrenta mayor rivalidad para ser considerado el mas grande director de cine en la historia de la cinematografia de Italia -integrada por no pocos grandes nombres como De Sica, Rossellini, Antonioni, Pasolini, Scola, Leone, Bertolucci o Sorrentino, por nombrar apenas un punado-, pero tambien de lo escrito mediante sus cronicas periodisticas; de lo bocetado y trazado a traves de la ilustracion y el comic; de su oido absoluto para el habla popular como lo corroboran sus programas radiofonicos, o de sus guinos operisticos y teatrales, que demuestran una maestria polivalente.

Ahora que conmemoramos su centenario natalicio -vio la primera luz el 20 de enero de 1920 en Rimini-, quiza valdria la pena destacar, de entre su vasto universo creativo, la tardia pero poderosa atraccion que tuvo por Mexico y por las huellas de lo chamanico, y las tradiciones ocultas, mismas que intento encontrar a traves de un viaje realizado por nuestro pais en el telurico ano de 1985 y que, desafortunadamente, no logro plasmar como una obra en celuloide, pero al menos si como una cronica que devino en una historieta.

La elusiva filmacion con un yaqui

Atraido, como buena parte del mundo occidental, por los relatos del antropologo -graduado en la Universidad de California en Los Angeles- y escritor peruano-estadounidense Carlos Castaneda (1925-1998) en torno a la figura y a los preceptos magicos y alucinogenos del brujo yaqui don Juan Matus, es que Fellini se decidio a emprender un extenso viaje por la Republica Mexicana en octubre de 1985, tanto para entrevistarse con el autor, de ventas millonarias, como para introducirse en las tradiciones rituales prehispanicas.

El previsible desencuentro con el exitoso y elusivo divulgador de contradictorias doctrinas chamanicas, empero, no agotaria la visita. Al contrario, tras el abandono del afamado autor como guia, despues de Sonora (la reserva del Pinacate), el realizador recorrio Chihuahua, San Luis Potosi (su desierto), la Ciudad de Mexico (la urbe pero tambien los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl), Morelos (Tepoztlan) y la zona maya, especialmente su Riviera, donde quedo fascinado por la ciudad de Tulum.

El nombre no le resultaba ajeno. La cineasta mexicana Tiahoga Ruge, quien logro convertirse en asistente de Fellini entre 1969 y 1970 durante la filmacion de La ciudad de las mujeres (La citta delle donne, Italia-Francia, 1980), mientras estudiaba en la Escuela de Cine de Roma, le habia hablado del antiguo puerto maya.

El realizador buscaba filmar una escena en una playa de arenas blanquisimas, cielos azules y aguas pristinas y turquesas -ella aparece en la escena realizada en los estudios Cinecitta: fue justo entonces cuando le menciono la existencia de Tulum...

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