Celebra Ritter arte que salva

AutorErika P. Bucio

A la casa de Gustavo Morales, maestro de piano, en la Colonia Roma, llegaba Rodolfo Ritter los sábados por la mañana para sus clases, y era muy probable que saliera hasta muy tarde, incluso de madrugada.

Morales era capaz de convocar a pintores, cantantes, poetas y arquitectos para hacer música y poesía en tertulias al estilo del siglo 19, y ahí estaba Ritter, "ridículamente el más joven entre pura gente de 70 y 80 años. Fue el maestro que supo ordenar el rompecabezas de aquel muchacho con talento para el piano y que, a diferencia de su hermana Zaeth, directora de orquesta recientemente fallecida, no se había propuesto ser músico.

"Él supo aterrizar una inquietud artística de la que yo no tenía conciencia, responde Ritter en entrevista.

Tenía casi 13 años cuando llegó a las manos de Morales. Y, a partir de ahí, todo vino en cascada: a los 14 ya tocaba frente a público y con 15 ofreció su primer recital con obras de Manuel M. Ponce y del propio Gustavo Morales en el Centro Cultural San Ángel y en el Museo Nacional de Arte.

Sobre su vocación, sus padres tenían dudas alimentadas por los periodos en que Ritter dejaba de tocar. Luego vino el Concurso Nacional de Piano Angélica Morales; su maestra Yleana Bautista lo encaró: "Tienes que meterte. Triunfó en 2003 con el Adagio del Concierto en re menor, Op. 15, de Brahms.

"Si la música no se vincula con las vivencias personales, no...

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