A la “caza” de un tigre en la ciudad

Enrique Alvarado, Andrés M. estrada y Alejandro Melgoza

MÉXICO, D.F., abril 21 (EL UNIVERSAL).- El aroma de las quesadillas y la barbacoa de los puestos de la Central de Abastos de Toluca se difumina tras una barda en la parte trasera del mercado, donde prevalece el hedor de las heces de los animales: borregos, cerdos, pollos, conejos, todos prisioneros en jaulas de colores. Un viernes, un hombre que viste botas y sombrero nos pregunta si buscamos algún animal más allá de las especies legales que se observan a simple vista.

—Una guacamaya —le respondemos.

—La roja la consigo en nueve mil —dice.

—No, queremos una de las azules.

—Esa se las dejo en 20.

“Déjenme su teléfono, le hablo a mi contacto y en menos de 15 días les llamo para decirles”, promete en un tono apaciguado. Antes de la despedida, sin dejar de mordisquear una brizna de trigo, el hombre advierte: “No nos conocemos. Si los agarran, ese es su pedo. Esto es por debajo del agua”.

Durante las siguientes semanas, escenas similares, pero con diferentes especies, se repetirán en cuatro mercados situados en el Distrito Federal y el Estado de México. En los tianguis de la capital y de territorio mexiquense se ofertan aves, cocodrilos y hasta tigres de bengala. Aunque las dos entidades ocupan, respectivamente, el sexto y el séptimo lugar a nivel nacional en cuanto a número de animales silvestres asegurados en el periodo 2006-2015, de acuerdo con registros de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) obtenidos vía la Ley de Transparencia, son las dos primeras atendiendo a la diversidad de especies aseguradas. Su elevada población y sus conexiones con aeropuertos internacionales las hacen fundamentales en el negocio del tráfico de animales en México.

“El fenómeno es preocupante porque la agenda del gobierno no le da la debida importancia a una problemática que ha llegado a ser más lucrativa que el tráfico de armas”, asegura Mónica Pineda, directora de la organización Gente por la Defensa Animal (Gepda).

La red, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), comienza con los cazadores e involucra a acopiadores, transportistas, distribuidores, comerciantes, empresarios y funcionarios, hasta llegar al comprador, perteneciente a cualquier clase social, desde las colonias más exclusivas y lujosas como Condado de Sayavedra, hasta las más pobres e inseguras como Jardines de Morelos (de las más frecuentes, según la Profepa). La venta directa se realiza en...

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