Católicos sin falta al Miércoles de Ceniza pese al Covid

QUERÉTARO, Qro., febrero 18 (EL UNIVERSAL).- A pesar de la pandemia y a que desde el lunes se repartió la ceniza "para llevar", cientos de fieles llenan el templo de La Cruz y otras iglesias de Querétaro, para conmemorar el miércoles de ceniza y que el sacerdote les recuerde que "polvo son y en polvo se convertirán", en el inicio de la Cuaresma que, al igual que la del año pasado, estará marcada por el Covid-19.

A pesar de que desde el lunes pasado se estuvieron entregando los sobres con ceniza para que los fieles católicos se la pusieran en sus casas y evitaran aglomeraciones en los templos, son muchos los que prefirieron acudir el miércoles, y que fuese un sacerdote quien se las colocara.

"Hermanos, conservemos la sana distancia", dice una de las mujeres que reparte las bolsitas de ceniza en el templo a La Cruz a los devotos que acuden el miércoles de ceniza para cumplir con el ritual que marca el inicio de la Cuaresma católica.

Durante todo el día hubo misas en La Cruz, así como en otros templos capitalinos.

Los feligreses acudieron de manera constante. A todas horas entraban a los templos. En el caso de La Cruz, aún sin misa, los fieles ingresaban para recibir ceniza. En las dos puertas del lugar, la principal y la de la capilla contigua, mujeres con chalecos rojos que las identificaban como edecanes tomaban la temperatura a quienes ingresaban al templo, aunque en raras ocasiones voltearan a ver el registro que indicaba el lector térmico.

Adentro, las bancas marcan los lugares que pueden ser ocupados y cuáles no. Se deja un lugar de distancia entre feligreses. A quienes esperan la salida del padre y a que los laicos encargados de marcar con ceniza las frentes no les cuesta trabajo mantener la sana distancia. Los encargados, cuando ven que se reúne un número importante de fieles los llaman para que tomen ceniza.

En un inicio se juntan mucho en la fila, hasta que les recuerdan que deben guardar la sana distancia. Poco a poco se hacen hacia atrás y esperan sus turnos.

Las campanas llaman a misa. Poco a poco los feligreses llegan, como en otros años, como antes de la pandemia, aunque ahora todos llevan el rostro cubierto con cubrebocas, detrás de los cuales rezan, piden a Dios el fin de la pandemia o recuerdan a un ser amado que murió.

Afuera, en el atrio del templo, los puestos de comida, cerrados desde meses atrás, abren por esta ocasión, en espera de los clientes, de los feligreses que podrían querer, tras participar en la eucaristía, un...

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