Carlos Castillo López / Castillo Peraza: escuela política

AutorCarlos Castillo López

Mil novecientos noventa y seis: terminaba una etapa, quedaba una escuela. La presidencia nacional del Partido Acción Nacional pasaba de Carlos Castillo Peraza a Felipe Calderón Hinojosa, luego de tres años de aprender cómo convivir con el poder en un sistema resquebrajado que buscaba casi a tientas su cauce hacia la democracia, y encontraba en este partido una oposición responsable y comprometida con México.

Para el PAN, el ejercicio democrático era regla añeja. Creo que ésa era y aún sigue siendo la principal diferencia. El PAN preparaba sus cuadros en la oratoria, en la historia nacional, en la filosofía de Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y otros representantes del personalismo, que era y es la base de sus plataformas electorales; creaba así, entre capacitaciones sabatinas o nocturnas, una nueva conciencia ciudadana, una escuela para vivir la democracia. La generación de Castillo Peraza tuvo la oportunidad de llevar al hacer gubernamental esa teoría, esa forma entonces novedosa -al menos distinta en ese entonces- del trabajo político.

A los principios humanistas del PAN habría que añadir nombres como Emmanuel Lévinas y su concepción del otro, la otredad, que es parte de mí mismo; como Paul Ricoeur y la ética del perdón, en donde una dosis voluntaria de olvido se vuelve indispensable para una auténtica reconciliación, en este caso, la que proponía un sobreviviente de la segunda guerra; como Jean Daniel y su ejercicio del periodismo como un verdadero medio para crear una conciencia nacional; como Octavio Paz y su "pasión crítica" que no se detiene en el señalamiento sino que pone lo suyo en la construcción de una nueva solución. Hay muchos otros, pero ésas podrían ser las grandes y muy generales líneas que pintaban el pensamiento político de Castillo Peraza, uno donde la acción política debe ir acompañada por la ética: sin ésta, aquélla se convierte en la disputa ciega y enardecida por el poder.

Es decir, a la política no se llega por improvisación o ingenio. Se requieren cuadros preparados y capacitados para ejercer el poder y asumirse como actores conscientes de su responsabilidad frente a la nación. (De ahí al concepto del bien común como guía del actuar político hay una conclusión simple, pero cuántas veces omitida).

Era necesario crear institutos de capacitación, fundaciones de estudios que aportaran al partido las ideas frescas de la juventud panista y, al mismo tiempo, nutrir a ésta con los principios y la doctrina. Era...

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