Vinos/ En la casa del oro

AutorRodolfo Gerschman

Nos quedan apenas dos citas antes que el año se acabe y también se acaban las posibilidades de agotar energías en las respectivas fiestas. ¿Pero es así en realidad? La pregunta puede parecer fácilmente idiota y fuera de lugar.

Después de todo, estos masivos ingresos a un nuevo año y a sus respectivas epifanías no se repiten todos los meses. Pero en verdad esa pregunta va a un punto: para algunos representa el único momento, o casi, (y entonces es aquí donde todo acaba) de descorchar una botella de vino o de llenar la copa de champagne.

Como no es mi caso, aprovecho estos días, además de incurrir en las celebraciones (y libaciones) normales, para hacer descubrimientos, tanto de vinos como de hábitos.

Esta época es como la primavera del vino: cada día y cada minuto brotan importadores, nuevos vinos, tiendas, ofertas y consumidores. Es el mejor momento para platicar con los protagonistas y sacar algunas conclusiones, por supuesto precarias y provisionales.

En cuanto a esto último, ya algo les platiqué al respecto la semana pasada, pero no teman, no voy a repetir la misma monserga, el ánimo es optimista: en los dos últimos años, según muchos importadores, la venta de vino ha subido.

Para algunos todo el año ha sido bueno, para otros sólo estos dos meses y, en consecuencia, su percepción, más fatalista, es que el mercado en México sigue siendo sólo el de las grandes ocasiones, aún más en el caso del champagne y los espumosos.

Sin embargo me cuesta aceptar que el aumento del consumo se concentra en estas fechas, aun cuando no se pueda negar nuestra predisposición estacionaria a entrarle con pasión al tema.

Es más lógico suponer que hay un aumento real de la afición al vino y que ésta se reparte a lo largo del año. No hay aún manera de saberlo a ciencia cierta. Las añejas cifras de la Asociación de Vitivinicultores parecen haber recibido el mismo baño de lava volcánica de los vestigios recientemente descubiertos de la Edad de Bronce, petrificadas como están en los 200 centilitros per cápita al año.

Es probable que en los vinos nacionales la progresión haya sido más lenta que en los importados. Sobre las causas ya se ha escrito y dicho mucho. Pero en el transcurso de este año nuestros productores han apuntado a un aspecto esencial, juntos y por separado: el de la imagen.

Una muestra de ello es la campaña de la Asociación, basada en espectaculares y anuncios televisivos. Muy meritoria, aunque en mi opinión, y en la de mis ojos y oídos, léanse mis...

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