Y que se nos casa Bátiz

AutorLázaro Azar

Para quienes nos dedicamos al quehacer musical, es bien sabido que si hay un músico nacional con "mayor cartel" y reconocimiento en el extranjero que en México ese es Enrique Bátiz.

Aquí, como él mismo admite, es más conocido por su mal genio. No es difícil inferir entonces que el fin de semana que no dirige su orquesta, la Sinfónica del Estado de México (OSEM), es porque está haciendo lo mismo, pero fuera del país.

Podría decirse que esa es su rutina. Pero el domingo pasado las cosas fueron muy distintas para él, ya que no tuvo agendado concierto alguno y, aún así, sus músicos tocaron para él nada menos que la Marcha Nupcial del Sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, debido a que, tras más de 20 años de soltería, se casó por el civil con la polaca Joanna Kuberska.

La ceremonia tuvo lugar en un salón de Ciudad Satélite y fue bastante íntima; habremos sido poco más de 130 los invitados ahí presentes: algunos amigos y familiares provenientes de Canadá, Polonia o Argentina y, en su mayoría, músicos y personal de la OSEM.

La pintora Martha Chapa, el escritor Fernando Díaz de Urdanivia y los músicos Román Revueltas y Gustavo Rivero fueron de los pocos "personajes públicos" conminados. Bátiz estaba tan nervioso que optó por reemplazar a la hostess y acomodar a cada uno de los invitados en su mesa correspondiente.

Ya, más relajado, contó durante el brindis que conoció a Joanna hace tres años y medio, al término de uno de sus conciertos, y la vio tan bonita que le pidió que lo acompañara a cenar.

"Ahí la confesé y le pregunté que si tenía novio y me dijo que tenía siete años de andar con otro polaco, con quien ya estaba...

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