Cartas de la Sinagoga / El camino recto

AutorRabino Moisés Kaiman

Quiero compartir los consejos del gran Rabino Doctor Moisés Maimon, en el libro de Ideas Éticas, capítulo primero, dice: "Cada hombre tiene numerosos rasgos, por los cuales se diferencian profundamente unos de otros".

Hay hombres temperamentales, siempre encolerizados, y otros que siempre están serenos y nunca coléricos o se encolerizan un poco muy rara vez.

Hay hombres sumamente orgullosos y otros sumamente humildes. Los hay de apetitos fuertes, cuya alma jamás termina de saciarlos. Y los hay de corazón puro, que no sienten apetito ni siquiera por las cosas que el cuerpo necesita. Hay hombres ávidos, cuya alma no se sacia ni con todo el dinero del mundo, como está escrito: "Quien ama el dinero no se saciara de dinero" (Eclesiastés 5-9).

Y hay hombres que se contentan con muy poco y no se afanan por alcanzar ni siquiera todo lo que realmente necesitan. Los hay capaces de pasar hambre, con tal de mantener la mano cerrada, y no gastan ni un cobre en comida sino con gran pena.

Y los hay que desperdician a sabiendas todo lo que poseen. De manera similar ocurre con todos los demás rasgos, el despreocupado, y el taciturno, el avaro y el pródigo, el cruel y el misericordioso, el cobarde, el valeroso, y todos los demás.

El camino recto es el de la medida intermedia en cada uno de los rasgos que son propios del hombre, o sea, el rasgo que dista igualmente de ambos extremos. Es por ello que los antiguos sabios ordenaron que el hombre calculara y dirigiera siempre sus propensiones por la vía intermedia para mantener la salud de su cuerpo.

¿Cómo hacerlo? Pues no siendo un individuo fácil para la cólera ni como un muerto insensible, sino lo intermedio, encolerizarse sólo por cosas grandes que merecen la cólera, para que no se vuelvan a repetir. Igualmente, no apeteciendo sino las cosas que el cuerpo necesita, sin las cuales no se puede vivir, como está escrito: "El hombre justo come para saciarse" (Proverbios 13, 25).

También no afanándose en su trabajo sino para alcanzar lo que le es menester para su sustento, como esta escrito: "Al hombre justo le viene bien lo poco que tiene" (Salmos 37,16).

Así, no se ha de escatimar demasiado...

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