Carta a mi editor sobre Javier

AutorIsmael Bojórquez

ISMAEL BOJÓRQUEZ

PERIODISTA

Querido Alejandro, acabo de contar los días y son noventa y dos. Hace exactamente tres meses mataron a Javier Valdez. No sé por qué jodidos escogiste el día 15 de agosto para entregarte este texto que me ha costado tanto esfuerzo sentarme a escribir. Es un mal día, siempre los días 15 serán días malos para nosotros. Y los lunes. Y los mediodías. Y las 12, por la hora en las que asesinaron a Javier. Doce. Doce cascajos quedaron regados en el pavimento con su enchiloso olor a pólvora quemada.

Pasé por esa calle y lo volví a ver tirado bocabajo, con el sombrero apenas movido de su cabeza pálida, esa que tantos días y tantas noches pensó en nosotros buscando la forma de lograr que fuéramos menos infelices. No había nadie en la calle, ahora lluviosa, pero volví a bajarme del carro para confirmar que era él. Yo sabía que era él. Caminé y le di la vuelta y lo volví a mirar ahí: su cuerpo tibio, la piel con vida y ese brazo herido con el que, al parecer, Javier se cubrió, como queriendo impedir lo que no tenía remedio: ya había sido escrito con plomo ardiente en alguna cueva maldita.

Me senté a un lado del cenotafio que mandó erigir su familia. Un puño de flores fue arrasado por la lluvia y un cartel dibujado por su amigo Dante sobrevive aferrado a un poste. En una placa está la tira Tarjeta Negra, dibujada por el monero AVC, donde Javier se levanta como dicen que se levantó Lázaro de Betania e ilumina el mundo con su luz: "Quisieron callarte. y ahora tu voz está en todas partes".

He leído y releído los textos más recientes escritos por Javier. Y he repasado el contexto. Y le he dado vueltas a la estúpida forma en que lo mataron para luego dejar su carro ensartado en una banqueta. ¿Te acuerdas lo que te decíamos para aquél trabajo que publicaste en Gatopardo? Aquí no podemos dejar que se vaya una palabra de más, una de menos. Aquí en Sinaloa eso significa dos caminos: la vida o la muerte. Y busco y rebusco esas palabras de más o esas de menos en los textos de Javier, o si rompimos ingenuamente los equilibrios que en otros tiempos nos salvaron de lo que ahora sucedió. No lo sé todavía.

Sabíamos que podía ocurrir. Por eso siempre trabajamos con miedo.

"Con la mano en el culo", decía el bato, pero siempre trabajamos.

UNA SOMBRA SINIESTRA

Te lo dijo Javier en El Guayabo: "Aquí sí te matan, aquí sí te pegan pinchis sustos. Aquí te la juegas todos los días". Y te contó la cabrona historia entre nuestro compañero Luis Fernando Nájera y el comandante Barceló, un ex Gafe que en la policía ministerial formó un grupo de élite llamado Centauro.

La historia te la contó entre cerveza y...

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