Carta para los desencantados

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Ricardo Raphael(Analista político)EL UNIVERSALConforme los años me van cayendo encima crece mi desconfianza hacia aquellos que se presumen iluminados por la razón y, por el contrario, aprecio más a quienes, en algún momento de su vida, optaron por vivir el riesgo de lo razonable.No sobra advertir aquí cuánta es la diferencia entre ser racional y ser razonable. Lo primero tiene que ver con el cálculo, mientras que lo segundo está emparentado con la sabiduría. Quien se asume racional cree que por obra de su matemática individual puede eludir los propios yerros, en cambio quien se prefiere razonable sabe que los errores son inevitables. Si se mira con cuidado, hay poca diferencia entre la persona religiosa y la racional. Ambas viven conforme a su muy particular y respectiva fe. En el primer caso la razón divina lo ilumina todo, en el segundo la razón humana hace lo mismo.Sumo por toneladas a quienes se han enfrentado, cada uno con su respectiva causa, y sin embargo los dos se parecen mucho. Ambos son descendientes de la batalla que durante generaciones ha opuesto al dogma y el silogismo.Muy lejos de estos dos espíritus arrogantes se dejan consumir por la duda las mujeres y también los hombres razonables. Se hallan dispuestos a jugarse sus más queridas convicciones, sus más profundas certidumbres, sus más adoradas opiniones, observando y volviendo a observar la realidad, experimentando con el mundo que les rodea.Las y los razonables tienen la piel muy dura, porque de otra manera no podrían soportar el revés que la refutación suele propinar. No cabe en ellos una rendija, una grieta, una falla por donde se cuele el autoritarismo, porque si apretaran el ego y trataran de imponer su voluntad dejarían de ser razonables.Estos personajes están forzados irremediablemente a la tolerancia; no pueden condenar a sus pares por el origen, la raza, la religión, el sexo, las creencias y otras expresiones relacionadas con la identidad de las personas: saben que la razón es un fenómeno efímero y que la fe (en la realidad) muy pocas veces mueve montañas. Entonces prefieren tener paciencia y respetar a los demás.No le creen al filósofo que un día dijo: pienso...

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