Carmen Aristegui F. / Tío Johny

AutorCarmen Aristegui F.

Jean Succar Kuri, el hombre acusado de corrupción de menores, violación equiparada, abusos deshonestos, pornografía infantil y pieza clave en una red de redes criminal con alcance nacional e internacional, finalmente fue extraditado a México. El juez de distrito de Arizona, David K. Duncan, había autorizado su extradición desde el pasado abril, pero Succar y sus protectores desde México -como el tristemente célebre Kamel Nacif- hicieron cuanto pudieron para evitar la extradición. Abogados en México, Arizona y Wash- ington y todo tipo de recursos enfilados a su defensa no lograron el objetivo. Es claro que en el caso confluyen una gran cantidad de intereses y que la batalla legal que se dio en Estados Unidos muestra cuán interesados están algunos en que la investigación no siga el curso que debe. La fiscal de la PGR, Alicia Pérez Duarte, ha dicho con claridad, pero hasta donde su responsabilidad ministerial se lo permite, que estamos hablando de una red criminal que involucra a políticos y empresarios que opera en diferentes ciudades de la República, incluida Ciudad Juárez, y que tiene alcance internacional. El caso Succar representa una prueba de fuego para el Sistema de Justicia no sólo de Quintana Roo, sino en el ámbito federal en su conjunto. No olvidemos que, incluso, el tema está en el escritorio de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, quienes analizan lo ocurrido durante el encarcelamiento alevoso que sufrió la periodista Lydia Cacho gracias al escarmiento que pretendió darle el empresario Kamel Nacif, con la diligente colaboración del gobernador Mario Marín, la procuradora y la jueza del caso que se pusieron al servicio del poderoso particular.

Por cierto, vale preguntarse cuánto de la debacle priista, en este caso en Puebla, se debe al escándalo generado a raíz de la divulgación de las llamadas telefónicas de Kamel Nacif, entre otros, con el gobernador Marín. Un político que inexplicablemente sigue en el cargo, aun después de la exhibición pública de su conducta. En febrero, cuando la revelación de las llamas, me permití escribir aquí mismo: "Es tal la magnitud de lo denunciado que lo único que cabe ya es una cadena de destituciones, renuncias, averiguaciones ministeriales y/o juicios políticos de lo personajes involucrados". Ja. Todos siguen en sus puestos. Veremos qué alcance tiene lo que resuelva la Corte.

Puede quedarse en sancionar la conducta de los responsables del atropello a la periodista o -como es deseable que...

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