Carmen Aristegui F. / Julio Scherer

AutorCarmen Aristegui F.

El fundador de la revista más importante de México, que hoy dirige Rafael Rodríguez Castañeda, ha desatado un revuelo considerable a raíz de su decisión de acudir al llamado de Ismael Zambada. Un encuentro "...que terminó en puntos suspensivos" como describe Proceso al presentar el magnífico texto en donde Julio Scherer describe parte del insólito.

Sobre las motivaciones del capo se puede especular. De las de Scherer, da cuenta él mismo. Valiéndose de Octavio Paz, mira en su propio espejo, sabedor de lo que está por ocurrir. Anticipa que cimbrará con lo que hace -una vez más- a la opinión pública y recuerda lo que oyó algún día del enfático poeta: "Hasta el último latido del corazón una vida puede rodar para siempre".

Julio Scherer cumplió esta semana 84 años de edad. La suya es una biografía trepidante, intensa y absolutamente crucial en la construcción de los espacios que ha ocupado la prensa libre en nuestro país. Sus manos hábiles han desentrañado una y mil historias que han dejado huella en el periodismo nacional.

Scherer es un hombre activo. Escribe libros. Participa en la revista que fundó. Es un lector voraz. Crítico implacable, informado y acucioso que nunca quita el dedo de ningún renglón. Impetuoso como pocos. Es evidente que, por las razones que sean, "El Mayo" Zambada estaba interesado en mostrarse fotografiado junto a un prestigio superior. Scherer era el personaje. El periodista viajó al lugar desconocido en una empresa de alto riesgo. Con el peligro para su seguridad personal y con las consecuencias, obvias, de una andanada de críticas, no pocas de ellas interesadas, que intentan demeritar la contribución periodística de un encuentro con estas características.

Sin negar que la tarea de Scherer, como la de cualquier otro, puede y debe ser sujeta al ejercicio crítico, no deja de percibirse en el ambiente un tufillo de venganza, envidia o revancha soterrada en algunos de los dardos lanzados al fundador de Proceso. Cada quien sabrá de las pulsiones con las que escribe.

Por lo pronto, Scherer fue honesto con sus lectores. Les confió sobre el desasosiego que lo acompañó desde el día de febrero en que recibió el mensaje de "El Mayo" Zambada, quien pedía conversar con él. Dio cuenta clara de la "persistente inquietud" que lo siguió y que tenía que ver, precisamente, con el trabajo periodístico. Dijo que...

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