Carmen Aristegui F. / Más papistas...

AutorCarmen Aristegui F.

El balance obligado de la visita a México del Papa Francisco se puede hacer desde varios ángulos y con interpretaciones muy diversas.

Grupo Reforma, por ejemplo, publicó el jueves una encuesta nacional, bajo el título: "Cumple expectativa", que da cuenta de cómo el 66 por ciento de los consultados telefónicamente opina que el Papa sí abordó en sus mensajes los problemas más graves de México, y un 48 por ciento respondió que el tema de la pederastia no era tema de su visita a la pregunta sobre si debió hablar el pontífice de ello.

A pesar de que la ocasión era propicia, finalmente, no hubo reunión con víctimas de pederastia clerical, ni tampoco con familiares de los jóvenes desaparecidos en la noche de Iguala. No hubo mención sobre Marcial Maciel y sus secuelas en la Iglesia católica mexicana. Tampoco sobre el caso Ayotzinapa. El Papa no se refirió al "Chapo" Guzmán, ni a los alcances que tiene para México una historia como esa. Tampoco aludió el Papa a la maquinación e injusticias cometidas, desde la Arquidiócesis de México, en contra del Padre José Luis Salinas, que dieron lugar a la anulación de la boda religiosa entre Angélica Rivera y el "Güero" Castro, condición necesaria para el posterior enlace entre la actriz y el hoy Presidente de México. No hubo para el Padre Salinas una sola palabra que reivindicara su nombre y su memoria. Hubo tantas palabras como silencios durante la visita del Papa Francisco a tierras mexicanas. Eso provocó desencanto entre quienes esperaban mucho más de esta visita. Hubo momentos de alto impacto como lo sucedido ante miles de indígenas en Chiapas y el encuentro transfronterizo en Ciudad Juárez, también de profundo significado.

En lo que se refiere a la clase política mexicana nos resultó "más papista que el Papa". Desprendidos de los preceptos que definen a un Estado moderno laico como el mexicano y de lo que la Constitución establece sobre la separación entre Iglesias y Estado, los gobernantes de este país pasaron por alto que una cosa es su legítimo derecho a profesar como individuos la creencia o religión que prefieran y otra, muy distinta, lo que hicieron durante la visita del Papa. Sin más echaron por la borda los principios básicos de la laicidad. Con recursos públicos y durante actos oficiales trastocaron los ejes fundamentales sobre ese tema, surgidos de los cruentos capítulos de la historia mexicana.

Las crónicas periodísticas describen cómo algunos integrantes de la clase política gritaban -en un...

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