Carmen Aristegui F. / El fin de la historia

AutorCarmen Aristegui F.

Cuando esto se escribe, todavía no es suficientemente claro si se realizará esta noche en Mississippi el primero de los tres debates programados entre los candidatos Obama y McCain por la Casa Blanca.

De último momento, y en plena coincidencia con el desplome en las encuestas -que lo colocan ya casi 10 puntos abajo de Obama-, el republicano anunció la suspensión de su campaña y, de paso, le propuso a su rival que el primer debate sea pospuesto para que los dos, con sus respectivos partidos, se concentren en Washington y sorteen conjuntamente la quiebra de los mercados.

La maniobra resulta de tal forma convenenciera, políticamente hablando, que Obama, por supuesto, no cayó en el garlito y se ha negado a cancelar el encuentro. La Comisión de Debates Presidenciales tampoco encuentra razones para esto se haga. En cualquier circunstancia, ya se sabe, el debate político es una herramienta fundamental en el juego democrático. En tiempos de excepción como los que corren, resulta ineludible.

Lo que ha tratado de hacer McCain en las últimas horas, lo hace proyectarse como la viva imagen de la desesperación. La maniobra fallida no sólo lo deja mal parado con los electores de su país, sino con el resto del mundo que observa -como nunca- esta elección presidencial.

McCain, además de suspender la campaña y tratar de eludir el debate, se permitió cancelar su presencia en el popular programa del humorista David Letterman. Bajo la salida de que tenía que estar en Washington para enfrentar la crisis, canceló la cita. Se permitió, sin embargo, otorgar otra entrevista. Al enterarse de esto, Letterman descargó toda la ironía de la que es capaz -y vaya que es capaz- para cebarse en el candidato republicano. El asunto podría parecer menor, pero no tanto. Letterman es visto por millones de personas y la sensibilidad de los votantes está a tope. El candidato está, pues, mal y de malas.

En el debate, resulta obvio que McCain enfrentará los reclamos y críticas por el desastre financiero que envuelve a Wall Street y al resto de los mercados del mundo. Aunque prácticamente hay ya un acuerdo bipartidista para instrumentar el monumental rescate y acordar las condiciones del mismo, con la urgencia que el caso requiere, eso no implica, de ninguna manera, que en el terreno político -y a mes y medio de la jornada electoral- Obama vaya a tener contemplación alguna. Uno puede imaginar que cuando el debate entre en ese terreno, podríamos estar frente a auténtica carnicería.

Las...

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