Carmen Aristegui F. / La agenda del Papa

AutorCarmen Aristegui F.

El último viaje de un pontífice a México estuvo marcado por una lamentable y tristísima omisión: Benedicto XVI no se encontró con víctimas de abusos sexuales cometidos por integrantes de la Iglesia Católica. A pesar de todo el esfuerzo que hicieron -especialmente las víctimas de Marcial Maciel, el sacerdote mexicano que escaló los más altos niveles de influencia en el mundo empresarial, político y, desde luego, de las más altas esferas de la Iglesia mexicana y el poder vaticano- no lograron su propósito. Las solicitudes de las víctimas de Maciel y de otros sacerdotes pederastas mexicanos no prosperaron y las puertas al Papa les fueron cerradas.

A pesar de que Joseph Ratzinger conocía como pocos el caso Maciel, a quien le tocó encubrir en tiempos de Juan Pablo II, pero a quien sí mandó investigar antes de convertirse él mismo en Papa, y con un Wojtyla agonizante. Fue Benedicto XVI quien más hizo frente a las conductas criminales de tan siniestro personaje, sin embargo al llegar a nuestro país le fue impedido encontrarse con las víctimas en México y aun de Estados Unidos que estaban dispuestas a viajar con tal de reunirse con el Pontífice.

Al Papa lo coparon y a las víctimas las hicieron a un lado. Hubo tiempo para todo: misas, vallas, confeti, espejitos, multitudes y discursos edulcorados. Hubo tiempo para lo que fuera menos para recibir a las víctimas. ¿Por qué si Benedicto abrió la puerta y se encontró con víctimas de abuso clerical en Alemania, Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Portugal y Malta, no lo hizo en México cuando tuvo ocasión para hacerlo? Benedicto sí escuchó, en otros países, a las víctimas, lloró con ellas y pronunció duras palabras contra esa conducta deleznable de abusar -desde una posición de poder y de superioridad- en contra de los más frágiles y los menores.

En aquella visita papal, al mismo tiempo que Benedicto XVI recorría Guanajuato, en la misma ciudad era presentado un libro clave y fundamental para ese tema: La voluntad de no saber. Lo que sí se conocía sobre Maciel en los archivos secretos del Vaticano desde 1944, de José Barba, Alberto Athié y Fernando M. González (Random House Mondadori). En esas páginas se encuentran expuestos documentos (212 legajos) que demuestran cómo el Vaticano tuvo conocimiento, por décadas, de los torcidos capítulos de la vida y obra de Marcial Maciel y de las acusaciones y denuncias que en su contra se acumularon por décadas. Varias de...

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