Carmen Aristegui F. / Cárceles

AutorCarmen Aristegui F.

La fuga masiva de reos -la cifra quedó en 131- del Centro de Reinserción Social de Piedras Negras, en Coahuila, de esta semana, vuelve a poner en evidencia la crisis carcelaria por la que atraviesa nuestro país. Una de las más graves de la historia.

Hoy se sabe que los reos salieron, el pasado lunes, por la puerta del penal y no por un túnel, como se dijo al principio. Hizo recordar la historia de El Chapo Guzmán, que salió de Puente Grande -según la versión oficial- en un carrito de lavandería.

Los reos recapturados dijeron que la salida había sido por la puerta y que el evento ocurrió alrededor de las diez de la mañana, aunque -ahora se sabe- el director del penal notificó varias horas después. Se supo también que, horas antes de la fuga, personas y vehículos no autorizados entraron al penal.

El caso se suma a la gran cantidad de fugas que se han registrado durante el sexenio. Casi un millar. Varias masivas.

El gobierno federal dice que los reos se fugan de las cárceles estatales y no de las federales tratando de sacudirse responsabilidad. Los gobiernos de los estados dicen que la Federación envía a sus cárceles a los reos federales de alto peligro y que éstos deberían estar en otros sitios. La mezcla de reos por delitos del orden común con reos por delitos federales produce todo tipo de efectos nocivos.

En los no pocos estudios que existen sobre esta crisis carcelaria, se coincide en que estamos frente a una bomba de tiempo.

La sobrepoblación alcanza, por lo menos, al 30 por ciento promedio de los cerca de 450 penales que hay en el país. En algunos lugares la sobrepoblación alcanza el 200 por ciento.

Además de las fugas, son recurrentes las riñas y los asesinatos -cerca de 400 en los últimos seis años-, las extorsiones dentro de la cárcel y de la cárcel hacia fuera, motines y, desde luego, fenómenos de autogobierno como el que parece haberse registrado en Piedras Negras, cuyo penal contaba con un túnel que, si no sirvió para la fuga principal, tal vez sí para algunos otros usos colaterales.

Nadie supone que las cárceles mexicanas son sitios para la rehabilitación y futura reinserción de las personas. Se da por sentado que ingresar a un penal conllevará -además del intrínseco castigo de perder la libertad- un conjunto de penalidades adicionales que atentan contra la seguridad, la integridad y la propia dignidad de las personas.

Apenas esta semana tuve conocimiento de un caso que involucra a dos hermanos que fueron...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR