Carlos Vázquez Segura / ¿Con partido o sin partido?

AutorCarlos Vázquez Segura

La credibilidad de los partidos políticos ha rebasado los niveles del subsuelo y sigue hundiéndose.

Escarban como si obedecieran a la mayoría de mexicanos que los hemos mandado muchas veces al infierno. Se entierran en el desprecio popular porque han olvidado su "razón de ser" en esta democracia contradictoriamente costosa y anémica.

Antes de que la desilusión ciudadana hacia estos grupos engordara tanto, los mexicanos esperábamos que los partidos políticos fueran instituciones capaces de reclutar o formar a los mejores candidatos para cada cargo público; sin embargo, todos sabemos en lo que la ambición y la impunidad los han convertido.

A pesar de su evidente descomposición y pérdida de rumbo, su función persiste: deben postular candidatos confiables para todos los cargos públicos, pero ¿qué pasa cuando entre sus filas todo está requemado y oliendo a pólvora? ¿Qué sucedería si al hurgar en sus polvorientas listas no hubiera nada atractivo e íntegro? ¿Escogerían -como haremos los ciudadanos en las urnas- de entre lo malo a "lo menos peor"? Queda claro que la pertenencia (afiliación a un partido) no es sinónimo de pertinencia (conveniencia y aptitud) ni es el hábito lo que hace al monje.

Ante la exigencia de buenos candidatos ¿por qué se limitarían a buscar opciones entre sus miembros? ¿Por qué tendrían que darle prioridad a la lista de asistencia, al peso, a la antigüedad o a la manejabilidad de sus agremiados, antes que al derecho que tiene la sociedad a contar con las mejores opciones, estén donde estén?

Los ciudadanos sabemos que en los rincones de lo añejo "se acumula el polvo" y que es ahí donde todo se fermenta o huele a rancio. No olvidamos que es en los enjarres viejos donde mejor rayan las uñas y que es entre las murallas de los partidos donde más veces se han reunido los intereses de grupos y patriarcas a los que ya no queremos ver en las boletas, sean del color que sean.

Ya es hora de que la oportunidad para contender por un puesto de elección popular deje de ser privilegio exclusivo de los militantes más empoderados, involucrados o "comprometidos" de los partidos, de sus hijos, parientes, amigos o compadres. Los ciudadanos queremos...

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