Carlos Vázquez Segura / La infinita estupidez

AutorCarlos Vázquez Segura

Con la autoridad moral que se ganó a pulso, Albert Einstein soltó al aire una muy célebre frase que dice: "Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera". Como puede verse, esta aseveración es irreprochable; sin embargo, reconociendo no poder oponer argumento alguno en defensa de la naturaleza humana ante el notable intelecto de quien la creó, me conformaré con rumiar mis dudas: ¿Será posible hacer una tregua -un paréntesis- en un proceso continuo e infinito? ¿A qué otras características personales o fenómenos sociales -aparte de la estupidez- le quedará "como anillo al dedo" semejante aseveración?

Qué bueno sería que la tregua o la suspensión que planteo en mis dudas pudiera aplicar sobre lo violento, lo traicionero, lo injusto o lo dañino; sobre las guerras, la entropía, las marranadas políticas, el egoísmo, la ingratitud y la pobreza. Ojalá que, además de aplicar sobre lo anterior, pudiera prolongarse elásticamente, de tal modo que dichas prórrogas se volvieran milenarias y construyeran costumbres sólidas tan confiables que nos obligaran a borrar muchos nombres de la lista de lo que suponemos infinito. Sin embargo, como Einstein dijo, la estupidez humana, junto con otras deleznables características humanas, no tiene fin, por lo que no quedará más remedio que lamentar la realidad de lo desgraciadamente infinito.

Es muy difícil reconocer la estupidez, la maldad, la traición o la ingratitud, cuando dejan de actuar, cuando de repente no hacen gala de sus notables habilidades para mancharlo todo al conjugar cualquier verbo. La inacción y la omisión son el camuflaje perfecto para tan indeseables características de talla infinita, por lo que habremos de reconocerlas por las inevitables marcas que van dejando, ya que -según Einstein- no pueden detenerse ni hacer tregua alguna en su proyección infinita.

La estupidez -que, por cierto, engloba a muchas otras características afines o penosamente complementarias- a la que se refiere el físico alemán no es aquella capacidad menguada del intelecto por razones de enfermedad, discapacidad o falta de desarrollo. A la que se refiere el científico más famoso del mundo en su descomunal frase es esa cadena de acciones estúpidas personales y -sobre todo- colectivas...

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