Carlos Vázquez Segura / Ave negra de Afganistán

AutorCarlos Vázquez Segura

Dedicado a Gabriela Velázquez B.

"El miedo se te graba, está ahí como un pájaro negro que abre sus alas y ya no puedes respirar", dijo Muska Dastageer, profesora universitaria afgana cuando se enteró del regreso de los extremistas talibanes al gobierno de su país.

Los 20 años de aparente paz a la sombra de los soldados de la OTAN liderados por Estados Unidos de América sólo fueron eso: una ilusión occidentalizada de prosperidad que huyó de Afganistán en los aviones colmados por la milicia extranjera.

Una vieja e infame realidad ha vuelto a aquellas tierras montañosas. Una alada y negra mancha de desesperanza hunde de nuevo sus garras medievales en los sueños de toda una generación de jóvenes que apenas empezaba a creer en la utopía de la paz. ¿Quién podría pensar que, después de tantos años de intervención y control occidental, los talibanes sobrevivirían como organización y obtendrían una enorme fuerza, capaz de someter a su país cuando aún no se terminan de ir las tropas extranjeras? ¿Quién los armó? ¿Dónde entrenaron sus soldados para no ser detectados? ¿Cómo cupo en el mundo tal negligencia durante dos décadas de guardar las apariencias?

El interés puesto en las condiciones en las que una nación occidental poderosa pueda evocar el vigésimo aniversario de un brutal ataque terrorista en su contra, fue más importante que la posibilidad de mantener bien amarrados los hilos de los que han colgado -durante el lapso mencionado- las instituciones de una nación olvidada por Dios ante la amenaza latente de uno de los más extremistas grupos que hay en el mundo y que, increíblemente, sigue vivo, sano y cada vez más brutal y fuerte.

Así como la maestra universitaria ya no podrá respirar -en mucho tiempo- los vientos en los que ella misma hacía volar los sueños académicos de miles de jóvenes, así su patria se asfixiará en el cáncer íntimo de sus más agresivos hijos, quienes empuñan la bandera ensangrentada de la radicalidad más inflexible, quienes se aferran a la literalidad descontextualizada de lo escrito hace más de 13 siglos, quienes profesan la intolerancia al más alto volumen, quienes impulsan la misoginia más exacerbada e incluso la lapidación que -según ellos- remedia a pedradas las impurezas del mundo. Afganistán se enfermará de gravedad ante las sentencias sin juicio con que ya imponen los talibanes su dogmático poder sobre la vida de quien...

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