Carlos Pereda, La filosofía en México en el siglo XX: apuntes de un participante.

AutorSuárez, Rodolfo R.
CargoReseña de libro

Carlos Pereda, La filosofía en México en el siglo XX: apuntes de un participante, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2013, 440 pp.

Más que un libro, La filosofía en México en el siglo xx. Apuntes de un participante es varios libros. Al calificarlo así, no me quiero referir a la clásica sentencia según la cual todo texto puede interpretarse legítimamente en más de un sentido. Amén de la multiplicidad de lecturas, que algunos exabruptos posmodernos han querido extender, literalmente, hasta el infinito, el nuevo libro de Carlos Pereda es por sí mismo plural, tanto en lo que toca a su contenido como a su estructura. Visto desde cierta perspectiva, bien podría asemejarse a Rayuela de Cortázar o, acaso, al Animalario universal del profesor Revillod, ese invaluable almanaque ilustrado de la fauna mundial en el que se pueden intercambiar las partes de diversos animales para construir distintos ejemplares, unos más fantásticos que otros, pero todos perfectamente ensamblados.

Ya desde la primera página, el propio Pereda, no sin cierta cautela y hasta con exagerada humildad, adelanta algunas indicaciones sobre el texto:

El subtítulo--apuntes de un participante--adelanta y, de algún modo, enfatiza el tipo de materiales que se ofrecerá en estas páginas [...] Cuando se usa la palabra "apuntes" con frecuencia pensamos en notas incompletas. (Por ejemplo, tengamos en cuenta esas anotaciones que, al pasar, aunque laboriosamente, hacen los alumnos aplicados en una clase con la intención de no olvidarse de lo que han aprendido, o creído aprender). Lo que se va a leer es, entonces, eso: fragmentos recordatorios más o menos circunstanciales de algo entre lo mucho que se trabajó en filosofía en México a lo largo del siglo que acaba de terminar, (p. 11) En cierto sentido, Pereda tiene razón al decir que los textos, por su origen y carácter circunstancial, no están pensados para formar una historia intelectual propiamente dicha, y la tiene también al asentar que la posición de un participante implica un tipo de escritura (la del testimonio) y, por ello, una evaluación que usualmente le está vedada al historiador de las ideas. Sin embargo, no puedo coincidir con el juicio (producto, creo, de esa humildad a la que me he referido) de que los materiales carezcan de la unidad necesaria como para conformar un texto en el sentido cabal del término.

Por un lado, los trabajos reunidos presentan "territorios" de la filosofía mexicana y, en cada uno de ellos, Pereda marca rumbos, trayectorias que sólo un explorador suficientemente entrenado y diestro podría sugerir. Por el otro, la mayor riqueza del libro está en los entrecruzamientos, en las reiteraciones que aparecen conforme se avanza en la lectura y que permiten complejizar la historia de la filosofía en más de una forma y sentido. Vistos así, más que los "apuntes de un estudiante aplicado", los trabajos (por separado) y el libro (en su conjunto)...

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