Carlos Monsiváis / Los pobres sólo crean pobreza

AutorCarlos Monsiváis

El 15 de junio de 2006 en varios periódicos, don Lorenzo Servitje, partidario acérrimo del PAN y la mayor autoridad ideológica y moral del empresariado, publica una carta a la opinión pública, dirigida muy ostensiblemente a extirpar la votación a favor de Andrés Manuel López Obrador, a quien los conservadores le atribuyen revivir la lucha de clases y "polarizar" al País. Servitje inicia su alegato con una pregunta: "¿Hay que acabar con los ricos?", y responde desde el humor que se le atribuye y con una reflexión imponente:

"No -decía Cantinflas-, lo que hay que hacer es acabar con los pobres. Creo que no se van a acabar los pobres, pero sí que debe hacerse lo indecible para remediar su situación y reducir drásticamente su número.

"Ante el problema de la magnitud de la pobreza en nuestros países, estrujantes preguntas nos asaltan: ¿Por qué unos tenemos todo en abundancia y a otros les falta aun lo indispensable? ¿Por qué unos nacemos en un medio que no sólo favorece nuestra supervivencia sino aun nuestra comodidad, y otros en la ignorancia, la miseria y el abandono? ¿Por qué unos tenemos conocimientos, bienes o autoridad que nos permitan afrontar las necesidades y contingencias de la vida y otros no? Preguntas que, en conciencia, debemos tratar de responder.

"No hay duda que la pobreza inhumana, la que implica el sufrimiento involuntario del desamparado y el inocente, la que degrada y destruye al ser humano, la que le impide vivir con dignidad y obrar bien y que se sufre sin esperanza, no sólo no podemos aceptarla sino que debemos combatirla".

Ya en plena cruzada redentorista, Servitje, con el énfasis melodramático que le permite saber que un gran número de pobres ni vive con dignidad ni tiene moral, convoca en su imaginación a un grupo de inquilinos de la pobreza: desempleados, inempleables, seres angustiados por la renta o los servicios médicos o el hambre, huérfanos, madres solteras o abandonadas, jóvenes alcohólicos o drogadictos, discapacitados, ancianos olvidados, decenas de miles de campesinos que emigran a las ciudades o al extranjero, vidas destrozadas que desembocan en asilos, hospitales o prisiones. En fin, agrego yo, las tragedias que aguardan a los que, por ejemplo, no tomaron la precaución de nacer en una familia rica, de labrar su fortuna gracias a un pariente en la política, de sentir que el salario mínimo era injusto porque ni siquiera se merecían eso. Continúa el señor Servitje:

"Esto nos lleva necesariamente a examinar...

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