Carlos Monsiváis / 9 / 11 y la globalización

AutorCarlos Monsiváis

El derrumbe de las Twin Towers inaugura con ímpetu casi formal la Era de la Globalización. Hay angustia en el mundo entero -y la expresión no es metafórica- y el repudio al terrorismo es casi unánime. Desde entonces se mantiene el rechazo político y moral del terrorismo, aunque los acontecimientos posteriores también concentran la atención en la defensa de los derechos humanos. Si en materia de atentados sólo hay víctimas inocentes, y esto lo son los ocupantes de las Torres Gemelas, también y, por ejemplo, carecen de culpa los victimados por las invasiones de países (Afganistán, Iraq), por el terrorismo antiisraelí, por los ataques a Palestina, los genocidios en África y, en 2006, los bombardeos en Líbano. En todos estos casos, los terroristas o los gobiernos proceden contra la población civil con resultados necesariamente trágicos: nunca se logran los objetivos declarados, se acentúa la crueldad que en el camino se va desprendiendo de justificaciones, se intensifica en cada país la lucha de facciones, se vulneran a fondo los derechos de las poblaciones. A este panorama desolado se agregan -cito unos cuantos ejemplos- las Actas Patrióticas en Estados Unidos y sus consecuencias, la prisión de Guantánamo, las torturas en las prisiones de Iraq, las campañas antisemitas, la campaña de odio antiislámica, el impulso renovado del racismo y su lucha de civilizaciones.

La fecha es simbólica y es real: desde el 11 de septiembre, y de un modo u otro, América Latina se considera globalizada sin remedio, y no disponen de definiciones convincentes de la globalización las sociedades cuya puesta al día se revela a través de la veneración de la tecnología, la adicción de la internet, la intensificación del desempleo y la emergencia del subempleo. ¿Qué le significa al desarrollo de las sociedades? ¿Es simplemente de la pasividad ante lo decidido en el centro de los poderes? ¿Globalizarse es aceptar lo inútil de la protesta moral y la impunidad permanente del neoliberalismo, o es aceptar la perduración de la desigualdad porque la pobreza es una estación terminal?

El imperio y sus alrededores

A principios del siglo 21 un axioma se difunde casi sin necesidad de palabras: el centro de poder planetario es, como siempre y más que siempre, Norteamérica, o más exactamente su élite gobernante y las exportaciones de su racismo. Si el 11 de septiembre convoca la solidaridad internacional, las respuestas de los gobiernos de Estados Unidos subrayan la debilidad...

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