Carlos Gershenson / Juegos infinitos

AutorCarlos Gershenson

Estoy leyendo el último libro de Simon Sinek, The Infinite Game (El Juego Infinito). Casi cualquier actividad se puede describir como un juego. Y se pueden clasificar los juegos en finitos e infinitos.

Los juegos finitos tienen reglas bien establecidas, un principio, un fin y una manera definida de determinar el resultado del juego. Ejemplos incluyen ajedrez, futbol, dominó, etcétera. El objetivo es terminar el juego.

En contraste, los juegos infinitos pueden tener un principio, pero no tienen un fin definido. Por lo tanto, no hay en sí quien gane o pierda, más bien quienes siguen en el juego y quienes salen de él. El objetivo es perpetuar el juego. Además, las reglas de los juegos infinitos pueden cambiar. Por ejemplo, una relación de pareja puede verse como un juego infinito. Sí, terminará tarde o temprano, pero no tiene sentido hablar de que alguien "ganó" en su relación de pareja, ya sea a nivel individual o en equipos. Por algo no hay campeonato mundial de relaciones de pareja. ¿Cómo juzgar que una es "mejor" que otra? ¿Con qué métrica? ¿En qué momento? Algo similar puede verse con la vida. Todos moriremos, pero no hay "campeones de la vida" y tampoco perdedores. Sólo gente que deja de jugar, ya sea porque no quiere o porque no puede. Tanto las relaciones como la vida son procesos, en los cuales hay momentos positivos y negativos, y aún queriendo sumarlos todos no se podría determinar si una instancia es más valiosa que otra.

Frecuentemente, nos encontramos jugando juegos infinitos con una mentalidad finita. El problema es que, aunque queramos ganar, estamos jugando el juego equivocado. Por definición, no se puede ganar un juego infinito. Es cierto que hay metas alcanzables y valiosas, pero el juego sigue. Si no tenemos una visión a largo plazo, lo más probable es que arruinemos nuestro futuro por alcanzar una meta finita.

Sinek escribe que las estrategias finitas en juegos infinitos causan una falta de confianza, cooperación e innovación. Y esto es precisamente lo que requieren las empresas, pero cada vez más se enfocan en metas a corto plazo. Al no saber qué juego están jugando, sus estrategias aceleran su salida del juego.

En la guerra de Vietnam, como en muchas otras, los invasores peleaban por ganar, mientras que los invadidos peleaban por sus vidas, es decir, nunca dejarían de jugar. A pesar de que los vietnamitas sufrieron muchas más bajas que los...

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