Carlos Fuentes / Universo mexicano

AutorCarlos Fuentes

Crecí en un país, a pesar de todo, optimista. A pesar del régimen de partido único: el PRI, en sus tres metamorfosis (Partido Nacional Revolucionario del Presidente que lo fundó, el "jefe máximo" Plutarco Elías Calles; Partido de la Revolución Mexicana del Presidente que lo reformó, Lázaro Cárdenas; Partido Revolucionario Institucional del Presidente que "institucionalizó" la "revolución", Miguel Alemán y sucesores). A partir de 1920, México conoció continuidad política con desarrollo pero sin democracia. En sentido lato el país aceptó esta fórmula. Las revoluciones legitiman. Y la revolución mexicana en su fase armada (1910-1920) y en su fase constructiva (1920-1964) concilió voluntades y aplazó rebeldías. A cambio de la democracia, el partido del gobierno pacificó al país, construyó presas, carreteras, escuelas. Llevó a cabo la reforma agraria, nacionalizó el petróleo. Inició la revolución industrial. Manipuló. Corrompió. Premió. Vigiló el mayor ascenso social que México haya conocido: el paso de una sociedad agraria a una semi-industrial. Premió a los mejores: estudiantes, escritores, diplomáticos, artistas. No dogmatizó. Diego Rivera y José Clemente Orozco denunciaron en los muros del Gobierno al gobierno que les daba y pagaba los muros. La Revolución se legitimaba históricamente. Iniciada en 1910, precedió a la revolución rusa y dejó en permanente aislamiento al comunismo mexicano.

Premió a los mejores. Disfrazó a los peores: el latrocinio era enmascarado por la retórica revolucionaria. El estado se expandió: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, dijo el filósofo de la burocracia. Las elecciones las decidía el "dedazo" del presidente en turno. Los intentos de democratización fracasaron o fueron aplastados. Pero la juventud se educó. La juventud aceptó el legado económico, social y cultural de la revolución y en 1968 la juventud dijo: Todo esto. Y democracia política, también.

El gobierno soberbio y obtuso de Gustavo Díaz Ordaz no comprendió el cambio operado por la propia Revolución. El 2 de octubre de 1968, intentó aplastar el movimiento social pro-democracia encabezado por los estudiantes. La matanza de Tlatelolco, en vez, hirió de muerte al régimen. De Luis Echeverría a Carlos Salinas, los gobiernos intentaron reparar con parches el neumático desinflado de la Revolución Mexicana, S. de R. L. Finalmente, en 2000, el presidente Ernesto Zedillo comprendió que había sonado la hora de la plena democracia electoral. Las...

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