Carlos Fuentes / Obama y McCain: La Agenda del Porvenir

AutorCarlos Fuentes

A partir del 21 de enero de 2009, el presidente de México, Felipe Calderón, deberá tratar con una nueva administración norteamericana. El presidente puede ser Barack Obama. Puede ser John McCain. A nuestro país le corresponde estar preparado para negociar con uno u otro. Los Estados Unidos sólo tienen dos vecinos: Canadá y México. Esto nos impone a canadienses y mexicanos obligaciones muy especiales. No son las mismas cuando un océano separa a Asia, a Europa y a la América del Sur.

Negociar con el vecino nos invita a conocer al vecino, y el vecino norteamericano se enfrenta a desafíos inmensos a fin de rehacer el tejido nacional prácticamente des-tejido por el gobierno de George W. Bush. Dogmáticamente obsesionado por una contradicción fatal -aumentar el gasto y rebajar impuestos-, el actual gobierno en Washington ha multiplicado el error destinando cinco mil millones de dólares mensuales a una guerra innecesaria y recortando la inversión pública.

Obama o McCain recibirán la cuenta de la pachanga ideológica. Identificándose con el actual gobierno, McCain corre el peligro de ser visto como Bush III. Distinguiéndose largo tiempo por su independencia dentro del Partido Republicano, el candidato McCain ha sido acusado de apostasía respecto a su propia trayectoria, sobre todo en lo concerniente al trabajo migratorio. McCain -para su honor- es el co-autor de la mejor ley migratoria hasta la fecha. La Ley Kennedy-McCain pide respeto a la ley pero también respeto al trabajador y asimilación del migrante al mercado y a la ciudadanía norteamericanos. Que el candidato McCain reniegue de su propia obra para darle gusto a los extremistas anti-migrantes de su partido es una mala noticia y un pronóstico aún peor: ¿Hará McCain una presidencia oportunista, que no quede bien ni con Dios ni con el diablo?

Hay una palabra en inglés -flipflop- que indica, en su acepción más tibia, cambiar de opinión, y en la más caliente, apostasía. Ningún candidato -ni el propio Obama- se salva de flipflopear durante su campaña. Lo que pasa es que los Estados Unidos confrontan una serie de problemas internos y externos que no admiten excusa: si no se abordan en los próximos cuatro años, estallarán en los ocho siguientes. No habrá flipflop que valga.

Todos vivimos un proceso globalizador determinado por la horizontalidad. Los antiguos sistemas verticales se han derrumbado a impulso de la permeabilidad de fronteras, la instantaneidad de las comunicaciones, la llana extensión de...

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