Carlos Fuentes / Demócratas

AutorCarlos Fuentes

Una mujer y un afro-americano. Una u otro serán el candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de los EE.UU. en noviembre. El hecho, en sí, culmina dos de las más persistentes y arduas luchas políticas y sociales de la nación norteamericana. La emancipación de las mujeres y la emancipación de los negros.

No se puede acusar a la Constitución de 1789 y a la Declaración de Derechos del Hombre de consagrar libertades que no existían en la práctica: la igualdad para las mujeres y los negros. Pero es de la naturaleza de las cartas magnas no sólo consagrar derechos, sino proponerlos como metas a alcanzar. Fue este hecho lo que movió a los norteamericanos a crear un sistema partidista que propusiese, sin menoscabo de la Constitución, leyes y acciones que atendiesen asuntos concretos y evoluciones parciales.

Tanto la condición jurídica de la mujer como la esclavitud negaron los principios de igualdad y justicia constitucionales. Ganar el derecho de la mujer y la libertad del esclavo tomó tiempo, esfuerzo y voluntad muy grandes. Ni las mujeres ni los esclavos contaban con el voto. Como lo reseña el gran historiador James MacGregor Burns en su libro The Vineyard of Liberty (El viñedo de la libertad) que cubre la historia de los EE.UU. entre la Revolución de Independencia y la Guerra de Secesión, el camino de los derechos de la mujer fue largo y difícil. Para llegar al sufragio femenino obtenido en 1920, la mujer campesina debió soportar, antes, la sujeción legal al marido y la situación de ama de casa o ama de llaves. En el campo, se esperaba que una mujer diese a luz seis hijos entre los veinte y los treinta años. En las fábricas urbanas, la mujer se sofocaba por la falta de ventilación, martirizada por el ruido y víctima de la insalubridad. La tifoidea y la disentería diezmaban las filas del trabajo femenino. No había derechos de la mujer: había costumbres, mitos, religión y machismo.

La educación abrió el resquicio de la libertad. Muchas mujeres optaron por ser maestras y escapar al dominio del marido. Se abrieron escuelas nocturnas. Se crearon bibliotecas circulantes. Penetraron las ideas utópicas y socialistas. Por fin, en 1834 estalló la huelga de las trabajadoras de la fábrica textil de Lowell. Denigradas como "amazonas", las huelguistas fueron puestas en la lista negra. Pedían ventilación y jornada de trabajo tolerable. Estos fueron, entre otros, los derechos exigidos en la Convención de los Derechos de la Mujer celebrada en 1848, seguida...

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