Carlos Fuentes / Alemania año cero

AutorCarlos Fuentes

AVIÑÓN.- Desde 1947, año de su fundación por el actor y director de escena Jean Vilar, esta ciudad provenzal celebra un festival cuyo signo parece ser el de la renovación o la muerte. Este verano, hay música de rock ejecutada con instrumentos primitivos, orquestas en las que todos los músicos tocan al mismo tiempo, des-armonías conducentes a una nocacofonía. Hay improvisaciones y actuaciones espontáneas en las calles; disfraces y muñecos.

También, reposiciones de la obra juvenil de Bertold Brecht, Baal, que invierte la vieja tradición (Shakespeare, los teatros No y Kabuki) de que sean hombres quienes toman los papeles femeninos. Ahora, una actriz, Clotilde Hesme, es quien interpreta al joven héroe como si fuese un hombre fatal. Una adaptación teatral de la gran novela de Robert Musil, El hombre sin cualidades usa teatro y cine para confrontar al intelectual vienés de fin de época, Ulrich, con su Némesis, el criminal Moos-burger, la cara del futuro.

Protegerse del futuro: tal es la intención fallida y terrible de Christoph Marthaler en una obra situada en una estación de trenes, donde el régimen nazi practica la eugénesis en contra de niños judíos, y exterminados en silencio por la locura totalitaria. El director pretende que sean los espectadores quienes den palabras al texto. La obra es en silencio.

La protección del futuro. También es tema de la extraordinaria puesta en escena del director Falk Richter y la coreógrafa Anouk van Dijk, Trust, una palabra que significa "confianza" pero también unión de empresas monopólicas. ¿Darle "confianza" a un mundo dominado por sociedades anónimas? La respuesta de Richter y Van Dijk se plantea primero como acción teatral visible. Los actores no pueden mantenerse en pie. Caen, se levantan, chocan unos contra otros. Vuelven a caer, mientras un coro de un solo joven (nadie en la compañía tiene más de treinta años de edad) propone un texto que no puede "encerrarse" sino que como texto participa, por más constante que sea, de la fragilidad de los cuerpos que quisieran apoyarse los unos a los otros y no pueden: los actores se apoyan, se separan, se arropan, caen, se levantan, se van a otra parte, a donde sea...

Lo terrible es que ya no hay "otra parte". Ya no hay Samoa para Robert Louis Stevenson ni México para Artaud ni Tahití para Gauguin. El mundo moderno, globalizado, ha exterminado los refugios de antaño. Moribundo, André Breton le dijo a Luis Buñuel, "¿Se da cuenta? Ya no hay la-bas, otra parte". Los...

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