Carlos Bravo Regidor / Una alarma para la oposición

AutorCarlos Bravo Regidor

En la encuesta publicada ayer por Buendía y Márquez hay seis datos contundentes. El primero es la diferencia en el balance de opiniones (i.e., positivas menos negativas) sobre los partidos: por un lado, Morena tiene +57; por el otro, el PRI tiene -42 y el PAN -26. El segundo es la preferencia partidista para la elección presidencial: por Morena votaría 53%, por el PAN 11% y por el PRI 8%. El tercero es el nivel de reconocimiento de las candidatas: a Claudia Sheinbaum la conoce casi 70%, a Xóchitl Gálvez casi 50%. El cuarto es el balance de opiniones sobre ellas: Sheinbaum computa +39, Gálvez -2. El quinto es la intención de voto por las distintas fórmulas: por Sheinbaum (Morena-PT-PVEM) votaría 50%, por Gálvez (PAN-PRI-PRD) 20%, por Samuel García (MC) 7% y por Eduardo Verástegui (independiente) 4%. El sexto y último dato es el rechazo a candidatos (i.e., la respuesta a la pregunta "¿por cuál candidata o candidato a la presidencia nunca votaría?"): por Gálvez 42%, por Verástegui 15%, por Sheinbaum 12% y por García 10%. A cuestión de ocho meses para la jornada electoral, el escenario que bosquejan esos números tiene la fisonomía de una verdadera paliza.

No es que el llamado "efecto Xóchitl" haya sido una fantasía, es que se trató de un fenómeno fundamentalmente circunscrito al electorado de oposición durante el proceso para definir la candidatura presidencial del Frente. Gálvez ni siquiera figuraba antes de que comenzara la contienda. Basta con revisar las encuestas de entre diciembre de 2022 y mayo de 2023: los nombres que menudeaban entonces eran Santiago Creel, Lilly Téllez, Claudia Ruiz Massieu, Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes e incluso Miguel Ángel Mancera. Xóchitl Gálvez no estaba en esa lista (estaba, más bien, en la disputa por la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX). A mediados de junio comenzó a sobresalir; a principios de julio se inscribió en la competencia por la candidatura presidencial, siguió subiendo mientras sus adversarios declinaban uno tras otro y a finales de agosto ganó la encuesta con 58% de las preferencias. En menos de noventa días logró entusiasmar a votantes que estaban muy desmoralizados y aglutinarlos...

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