Carta del cardenal Norberto Rivera al Papa Benedicto XVI

MÉXICO, D.F., febrero 13 (EL UNIVERSAL).- Querido Santo Padre Benedicto XVI.El anuncio que hizo de la dimisión a su ministerio petrino, durante la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, dentro del consistorio donde a los mexicanos nos dio la alegre noticia de la fecha de elevación a los altares de la madre Guadalupe García, nos llenó de estupor, de tristeza, y nos dejó un sentimiento de orfandad, de desamparo.Usted nos ha dicho un adiós sereno, pero marcado por el sufrimiento de quien durante casi ocho años ha llevado sobre sus hombros la enorme responsabilidad de apacentar el rebaño del Señor, de conducir en medio de las borrascas y los presagios más negros, la barca de la Iglesia universal, a la que supo guiar, con firmeza y mansedumbre, a buen puerto. Así es Santidad, deja a la Iglesia de Jesucristo en paz, después de sortear tempestades, incomprensiones y hasta traiciones, pero Usted, pese a la furia del mal, siempre permaneció incólume en la fe, siempre actuó guiado por la caridad, y cumplió el mandato que el Señor le dio, de confirmar a sus hermanos en la fe.También nos ha dicho que ya no tiene las fuerzas físicas para continuar ejerciendo el ministerio petrino, pero sí la voluntad para que, una vez dejado el gobierno de la Iglesia, abrace la cruz del Señor desde una vida retirada en la oración ferviente y el sufrimiento silencioso pero fecundo. Al fin, Santo Padre, tendrá ese espacio añorado para rezar, para meditar y escribir, para entrar en el sosiego que da sabernos amados por el Señor, y en el que experimentará la alegría de saberse suyo, pues toda su vida, su inteligencia y voluntad, la ha puesto al servicio de Cristo y de su Santa Iglesia.Gracias, Santo Padre, por estos ocho años de fecundo servicio pastoral; por su valentía al proclamar la Verdad de Jesucristo; por su magnífico y brillante magisterio; por su testimonio de amor a la humanidad; por la sencillez y la humildad que lo han llevado a tomar la valiente decisión de dejar la guía de la Iglesia, confiando en que el Señor sabrá...

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