Entre la Capital y el olvido

AutorGustavo Aréchiga

De las 12 obras de teatro que escribió el guanajuatense Jorge Ibargüengoitia, algunas tuvieron el tono exacto para abordar las mutuas correspondencias entre la despoblada Provincia y el fulgurante ombligo del país. El dramaturgo satirizó a los Estados de la República en su condición de pueblos ajenos a la vanguardia, al igual que la vida intelectual del país que giraba siempre en torno a la Ciudad de México.

Esta misma visión de desencanto y olvido no dista mucho de ser la realidad que directores de teatro del país observan en el quehacer escénico actual, a pesar de los intentos por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes para conformar un vínculo interestatal con el Programa México a Escena y el Programa Nacional de Teatro Escolar.

Incluso el dramaturgo Emilio Carballido, invitado varias veces por el Programa Creadores en los Estados de la Dirección General de Vinculación Cultural del Conaculta, ha expresado esta tensión y puesto el dedo en la llaga denunciando que el teatro sigue centralizado, sin ofertas constantes, huérfano de foros, ausente de espectadores comprometidos con las obras de directores regionales.

A pesar de que Enrique Singer, coordinador nacional de Teatro del INBA que abandona su puesto hoy, apunta que la escena nacional tiene varios polos de desarrollo que están teniendo un curso dinámico en Tijuana, Monterrey y Morelia.

Ricardo Delgadillo, director de la Compañía Estatal de Teatro en Jalisco, dice que el país sigue la inercia de copiar los modelos y las temáticas del DF.

"En el caso de Guadalajara tenemos que voltear los ojos a nuestro propio lenguaje y esto se dificulta porque en Jalisco andamos perdidos: no hay dramaturgos buenos y eso ha impedido que halla puestas en escena de calidad", afirma.

Además del fenómeno sociocultural con el cual algunas obras de la capital itineran por el resto de México, la percepción es que los grupos teatrales adolecen de insumos económicos, por lo que la mejor opción es llevar a los creadores de la Capital al interior, como el caso del director Luis de Tavira, que se trasladó de la Escuela de San Cayetano a Morelia, para fincar ahí otro taller.

Esta situación, dice Delgadillo y con él coinciden otros directores más, exige que el teatro estatal dependa de sus propios mecanismos de supervivencia porque el centro lo que aporta sólo son episodios de festivales, encuentros, giras. Pero nada más, como lo admite Singer.

Aunque el Fondo para las Artes Escénicas cuenta con una inversión...

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