EN EL CAMPUS / Factor humano

AutorLuis Ramón Carazo

Desde niños vamos atesorando recuerdos de aquello que nos atrae y de nuestras ilusiones de tal vez ser participantes activos en el campo de nuestros sueños, sólo algunos cuantos privilegiados lo logran. Hoy en día, la oferta de los medios de comunicación nos contactan con deportes como el futbol y se convierte en una ventana que ofrece los matices que acontecen y que van de la mano de la globalización que estamos viviendo y, algunos opinarán, también padeciendo (hay gente para todo). En parte del mundo islámico existen restricciones para jugarlo y verlo; por ejemplo, desde 1979, en Irán a las mujeres se les tiene prohibido asistir a los estadios, aunque la realidad es que desde entonces (arriesgando la vida) ha habido las que se disfrazan de hombres para no perderse del juego que desde 1987 ya lo tienen permitido ver por algún dispositivo, como la televisión. Se recuerda el juego de 1997, en el que Irán se disputó contra Australia un lugar para la Copa del Mundo de Francia 98, en Melbourne, Australia. Al ganar la clasificación, las autoridades no sabían qué hacer con la euforia desatada por el triunfo y tuvieron que aceptar el ingreso de las mujeres que hicieron acto de presencia en el estadio nacional para celebrar el logro de su Selección. Las aficiones en aquel caso contribuyeron a los cambios que tuvieron que tolerar las autoridades iraníes para no agravar la situación política. Hace algunas semanas, vimos en la cartelera del Distrito Federal la película Timbuktu (en español, Tombuctú), la ciudad perdida y prohibida. En 2012, los islamistas demolieron mausoleos cuando cayeron bajo sus piquetas, en eso se sostiene el argumento. En el pasado, se convirtió en una dorada obsesión para los exploradores europeos, y la Sociedad Geográfica de París llegó a ofrecer en 1824 una recompensa para el primer no musulmán en llegar hasta ella y regresar para contarlo. El escocés Alexander Gordon Laing llegó a Tombuctú en 1826, el primero en hacerlo, no sin problemas: durante la travesía fue...

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