Caminos de Michoacán: 8 razones para lanzarse a la ecoaventura

AutorRuth Mandujano López

Fotos: Marty McLennan

Sus antiguos pobladores le llamaron el lugar de pescadores. Pero Michoacán es mucho más de lo que su nombre evoca. Desde hace una década, cuando surgió el interés por el turismo alternativo, el estado purépecha saltó a la escena con sus volcanes, cuevas, bosques, lagos, playas e islas. Sin embargo, aun ahora muchos desconocen sus secretos. Para ellos, aquí hay ocho razones para que agarren la mochila y se adentren a los caminos de Michoacán.

1 Para estar de cara a los dioses...

Zirahuén. El espejo de los dioses fue el apelativo dado por los purépechas al Lago de Zirahuén. Y nombre más evocativo no pudieron encontrar, pues la tranquilidad de esas aguas azul intenso y del bosque contiguo ciertamente dan una idea de paraíso metafísico. En los 10 km cuadrados de superficie lacustre se puede practicar el remo y participar con los locales en la captura del pescado blanco. El circuito terrestre resulta idóneo para la bicicleta de montaña. Para pernoctar hay varias opciones: desde cabañas hasta buen suelo para acampar bajo las estrellas.

Cómo llegar: tome la autopista Pátzcuaro-Uruapan y tras 16 km aparece Zirahuén.

2 Para acercarse al cielo...

Parque Nacional Pico de Tancítaro (poniente). A sus 3 mil 850 msnm, el Pico de Tancítaro es el lugar michoacano más cercano al cielo. Pero alcanzar las nubes presenta sus dificultades: el trayecto es largo y no apto para principiantes. El ascenso puede realizarse por las caras sur y norte. En la primera opción, sólo para expertos, el guía se contrata en el pueblo de Tancítaro y el recorrido dura hasta dos jornadas. En la segunda, se logra subir y bajar el mismo día con la ayuda de un guía proveniente de Angahuan. El antiguo volcán se encuentra rodeado por bosques de pinos y encinos, y forma parte de un área protegida de 29 mil hectáreas.

Cómo llegar: de Uruapan tome el camino hacia Nuevo San Juan y tras 50 km se llega a Tancítaro.

3 Para sumergirse en un mar de lava...

Paricutín (poniente). No todos los días nace un volcán de la noche a la mañana. En el caso de San Juan Parangaricutiro sucedió el 20 de febrero de 1943. En la tierra de Dionisio Pulido emergió un montículo que en unos meses alcanzó los 424 metros con respecto al valle de Paricutín. Hoy, el escenario surgido tras el desastre es espectacular: en medio del mar de lava y teniendo como fondo al volcán, sobresale la torre de la antigua iglesia, única construcción que sobrevivió al cataclismo. Conscientes de su singularidad, los...

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