Por los caminos de Águeda

AutorDaniel de la Fuente

La primera vez que Águeda Lozano estuvo ante la Cascada de Basaseachi no había caminos para llegar a este salto, el más alto de México.

Aunque nació en Cuauhtémoc, ciudad entre la capital chihuahuense y la Sierra Tarahumara, Águeda no había venido hasta entrada la década de los 70 a este lugar al que ella y su esposo, Stephen Lamotte, tardaron cuatro días en llegar y que, como el resto de esta orografía, impactaría su mirada, su pintura y escultura.

En buena parte de las obras de esta reconocida artista abstracta que en el 2014 cumplirá 70 años de edad son notorias las variaciones de café, verde, rojo y gris, y los dobleces y ondulaciones de la región que la vio nacer. Pinceladas silentes sobre lienzos vigorosos, algunos hasta enigmáticos; formas inspiradas en Divisadero, Cusárare, Batopilas, el propio Basaseachi, situado en el municipio de Ocampo.

Por eso, ahora que en días pasados volvió, ya viuda y en compañía de su hermana Bertha y de un montón de sobrinos, a Águeda se le llenaron de nuevo los ojos.

"Soy pura pedrera", afirmó conmovida, sin dejar de mirar a su alrededor aquellos peñascos y acantilados, mientras el viento mecía su cabello corto. "Éstos son los colores que han definido mi vida. Están en mi paleta".

De estos paisajes con montañas como cortadas de tajo, Águeda, de mirada dulce, delgada y vital, salió a los 17 años para abrirse paso en su vocación, lo que la llevó a alternar su hogar por más de 40 años entre París y su entidad.

Antes, esta artista de lo abstracto dio sus primeros pasos en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León, semilla del arte en la Ciudad.

Por los caminos de su tierra natal, Águeda evoca lo que ha sido de ella y suspira complacida.

Al llegar al estacionamiento de terracería de la Cascada de Basaseachi en esta mañana espléndida, Águeda baja casi de un salto de la camioneta que conducen su sobrino Francisco y su madre Bertha, hermana de la artista.

"Esto está cambiadísimo,", expresa y enciende un cigarrillo.

"¿Escuchas el rugido abajo?", pregunta sobre el torrente que cae. Luego ella, su hermana y su sobrino alcanzarán al resto de la familia al otro lado del parque natural, en el cual hay un camino que conduce hacia el lugar exacto donde el agua se precipita.

Al llegar y después de saludar a su mundo de parientes, la mayoría jóvenes, Águeda comparte sándwiches con jamón serrano, trozos de queso, refrescos.

"En París era famosa, porque a donde quiera que iba llevaba lonche. Ése es el...

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