Camboya el mayor genocidio de Asia

AutorGonzalo Aragonés

PHNOM PENH.-La guerra civil terminó oficialmente con la creación de un Gobierno elegido en 1993. Y aunque después continuaron algunas escaramuzas entre los desperdigados guerrilleros del histórico Khmer Rojo Ta Mok y el Ejército del ahora Reino de Camboya, los refugiados volvieron a cruzar la frontera con Tailandia de regreso a sus casas. Pero fue entonces cuando comenzó la verdadera guerra, la guerra por la supervivencia.

La capital del país, Phnom Penh, sigue siendo una ciudad fantasma. La mayoría de sus calles no han sido reparadas y están llenas de hoyos que las miles de motocicletas (el principal medio de locomoción aquí)tienen que sortear para no sufrir un accidente. Muchos edificios oficiales se restauran poco a poco. La Oficina Central de Correos, que no sufrió graves daños, parece una vieja nave a punto de desplomarse. Y los miles de refugiados que llegaron a Phnom Penh para buscar un trabajo se agolpan en los alrededores de los mercados, duermen entre los desperdicios o en algún rincón que han encontrado dentro de las dependencias de los templos budistas.

Los más afortunados tienen una rudimentaria cama plegable con patas, que cubren con un mosquitero cuando cae la noche. Los turistas, que se esconden de la realidad en los lujosos hoteles Taksen, Riverside Inn, Sofitel o Renakse, pasan a su lado como si nada, intentando buscar el camino en una ciudad sin alumbrado público. Antes ya les habrá asaltado alguno de los miles de niños huérfanos que frecuentan la avenida Sisowath, al lado del río Tonlé Sap, afluente del gran Mekong, pidiendo unos dólares.

"!No!¡No te doy!¡Tenías que estar en el colegio!¡Al colegio!", gritaba un recién llegado a uno de los pequeños.

El extranjero, quien normalmente nunca abandonará los carísimos restaurantes cercanos al Palacio Real, no es consciente de lo que ocurre a su alrededor. Nadie se ocupa de los niños huérfanos. El Gobierno no puede, y ahora tiene mucho trabajo negociando con los profesores, en pie de guerra porque quieren cobrar más.

Los 22 dólares mensuales que les paga el Ejecutivo del Primer Ministro Hun Sen no les parecen suficiente. Y tienen razón. "No hay dinero", les dijo Hun Sen justo antes de que los docentes decidieran deponer su actitud y finalizar una huelga que no podían ganar.

Pero no son sólo los profesores los que sufren en este país.

Todos los funcionarios camboyanos están condenados a vivir en la pobreza.

Los médicos están cobrando alrededor de 40 dólares mensuales; 30 dólares...

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