Cambian leche por refrescos

METRO / Enviada

SITALA (CHIAPAS).- Los resultados de la última medición gubernamental encendieron la alarma: los niños tzeltales de Golonchán Viejo rebasaron los límites tolerables de la desnutrición en Chiapas. No crecieron ni ganaron peso. Sus papás vendieron las papillas, despensas y leches en polvo que les regala el Gobierno para comprar coca-colas, frituras o "trago".

Y mientras tanto, los ratones acaban con los paquetes nuevos de avena, harina y arroz, destinados a convertirse en desayunos escolares, que están apilados en un salón de la escuela primaria.

Es paradójico. Este pueblo de desnutridos está lleno de envolturas de comida tiradas a lo largo del camino de tierra que lo cruza.

Prensadas entre el lodo, desgastados por el tiempo y la lluvia se ven latas oxidadas de refrescos, cervezas y jugos industriales; bolsas de donitas, mazapanes, paletas y "ricas cookies"; empaques de chicles; cartones remojados de galletas y bolsas de Totis, la fritura de harina de maíz que encabeza la moda alimenticia junto con la Coca, bebida que aquí se vende sólo a tres pesos y medio, cuando en la ciudad cuesta el doble.

Se hacen chiquitos

Flaquitos como vara algunos, otros inflamados de su panza, los niños de este pueblo de cafetaleros aparentan menos años de los que tienen. Su piel está seca, y generalmente herida por infecciones y granos.

No hay señora que no se queje de que su hijo está enfermo, si no es víctima de la diarrea, lo es de la calentura o de la falta de apetito. Síntomas de la falta de proteínas y vitaminas que no les da su dieta de tortillas embarradas de frijoles o de tacos de sal. Cuando hay dinero, lo invierten en nutrirse con refresco y Totis.

¿Por qué tanto refresco? "Porque así queremos", responde una mujer indígena en tzeltal, pues como casi todas las mujeres de aquí no habla español.

¿Toma leche? "No hay dinero para comprar y no sabe bueno sin azúcar", traduce un vecino ebrio, pues los sobrios están cuidando su cafetal o reparando sus casas. Y él, como el resto de los hombres que quedan, unos 12, iniciaron ya el ritual de emborracharse con aguardiente.

Mientras el promedio nacional de desnutrición entre menores de 5 años es de 38.5 por ciento, al tratarse de niños indígenas el porcentaje se dispara al 58.3 por ciento. Mientras 17.7 de los niños mexicanos tienen una deficiencia de talla, entre los indígenas la cifra salta hasta un 44 por ciento de niños que retardan su crecimiento.

Según la Oficina para el Desarrollo de los...

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