Cambia para bien

AutorAlberto Bortoni

Después de ver a la X3 tenemos que confesar que temíamos por la segunda generación de la X5. Hoy, que ya hemos podido manejar la segunda generación de la X5 estamos bastante más tranquilos por el deportivo-utilitario de BMW.

Estéticamente ha cambiado, y en general para bien. En apariencia quizá luce un poco más pequeña que en la generación pasada, pero también más moderna y con la misma fortaleza robusta que caracterizaba al modelo anterior. Quizá no sea un diseño tan limpio y atemporal, pero sin duda más actual y acorde a los nuevos cánones de diseño de la marca de Bavaria.

En el interior sucede igual. Hay elementos que no nos gustaban como la palanca de velocidades electrónica y el odioso i-Drive pero en el día a día no nos molestan tanto y temo decirlo pero la realidad es que nos estamos acostumbrando.

Quizá sea que los conceptos han sido suavizados en algunos detalles. Por ejemplo, el i-Drive ahora no se mueve en un plano de ocho posibles direcciones, sino que se limita a cuatro. Además hay controles redundantes en el tablero y eso es un alivio.

La nueva palanca de velocidades luce de una generación superior, un adelanto tecnológico en los sistemas de transmisiones automáticas si la comparamos con las tradicionales.

Después de moverla para indicarle que pase a Directa la palanca vuelve a su posición original de donde no se mueve sin intervención humana. Es la misma operación que la pequeña palanca del Serie 7, pero con el tamaño adecuado y en la posición correcta; al menos por el momento.

En la operación de la palanca hay un pequeño defecto y es que debido a que toda su operación es electrónica resulta demasiado suave y sensible. En la modalidad manual resulta imposible mantener contacto con la palanca porque inesperadamente y ante cualquier movimiento del vehículo la inercia de la mano moverá la palanca y realizará algún cambio no deseado.

Dinámicamente la X5 se comporta como uno de los vehículos deportivos líder en el segmento de los deportivo-utilitarios. Tiene una respuesta rápida a los cambios de dirección y al volante se aprecia más ligera de lo que en realidad es. En curvas cerradas se tiene un control preciso y sin inclinaciones aparatosas. El costo evidentemente está en la calidad de marcha.

A la X5 no le gustan las imperfecciones en el pavimento y es muy enfática al hacérselo saber a los pasajeros. Sin llegar a ser tan dura como un coche deportivo, sí resulta bastante más incómoda que algunos de los deportivo-utilitarios...

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