Un calvario llamado Luismi

José Luis RuizMÉXICO, D.F., febrero 26 (EL UNIVERSAL).- Noche larga y húmeda, con calles encharcadas y congestionadas. Un viacrucis nocturno, al que se sometieron miles de capitalinos para ver a su ídolo Luis Miguel, el famoso Luismi, quien sigue siendo un sol, pero ya puesto en un horizonte lejano al final del día.Pero ni la admiración ni el deseo por ver al cantante, quien dejó de ser un joven de figura atlética, lograron apaciguar la ira de sus miles de fans, por el infierno vivido para llegar a la cita de su primero de dos conciertos en la Arena Ciudad de México.Insultos de todo tipo se sumaron a los claxonazos de quienes atrapados en sus autos, querían llegar a toda costa a la Arena, donde el interprete mexicano (muchos dicen que es extranjero), se presentaría para celebrar sus 30 años de carrera artística.Las maldiciones y los insultos se vociferaban en todas direcciones. Los caminos cerrados y las calles repletas de autos. Todos los coches parados, apretujados, como en las películas de Hollywood, en la que miles de habitantes buscan salir de una ciudad atacada por algún virus mortal o infestada de zombies come humanos.Para recorrer un kilómetro eran necesarios 10 minutos. Del centro de la ciudad de México a la delegación Azcapotzalco, se requería de hora y media por lo menos. Y se trata de sólo unos siete kilómetros de distancia. El concierto, incluso, comenzó después de las 22:00 horas, cuando estaba programado pasadas las 20:00 horas.Pero el infierno apenas y comenzaba. Una vez que se lograba llegar a esa Arena con espacio para 25 mil automóviles, el ingreso se tornaba en una verdadera proeza.Las filas para entrar el gigantesco estacionamiento eran tan largas que eran necesarios hasta 30 minutos en sus momentos más ágiles. La Arena de la ciudad de México más parecía un monstruo que engullía a miles coches que un centro de entretenimiento.Martirio para aquellos que querían disfrutar de la voz, el baile y el carisma de un ídolo que a lo lejos, desde gayola, se veía regordete y cachetón , con un pelo con tanta laca que perecía peluquín.Sin embargo, ese fue un premio valioso para los miles de valientes que lograron llegar a nuevo centro de espectáculos, aún sin acabar de construir, con terminados a medias y cientos...

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