Callejón de Sombrereros

Cuadros con espejo (y autorretrato)Javier García-Galiano

EL UNIVERSALEntre los soldados que regresaban derrotados a Alemania después de la Primera Guerra Mundial había hombres apesadumbrados, muchos padecían trastornos de los nervios y de la mente, otros sufrían heridas, cojeaban, se ayudaban con muletas o no podían ocultar sus mutilaciones, otros mantenían sus condecoraciones en sus uniformes gastados, otros se aferraban a sus armas, otros renegaban de la guerra.

En agosto de 1914, poco después de que Alemania le declarara la guerra a Rusia y a Francia, lo que marcó el inicio definitivo de la Primera Guerra Mundial, Otto Dix se incorporó al ejército como reservista. Ulrike Lorenz refiere que recibió entrenamiento como operador de ametralladora y se integró al frente como voluntario en 1915. ?Tenía que ir a la guerra?, confesó en 1963. ?Cuando uno es joven, sabe usted, le importa un carajo si al que tiene delante le parten la cabeza o no. Da exactamente lo mismo. Hay que salir. Aún no existe el miedo. Yo aprendí lo que era el miedo siendo joven. Obviamente, cuando uno ya se movilizaba y tenía que avanzar lentamente hacia el frente, se topaba con una balacera infernal continua, pura ráfaga ?claro, ahora uno puede reírse, allá se cagaba en los pantalones?. De todas formas, mientras más se avanzaba, menos miedo se sentía. Ya adelante, cuando uno estaba totalmente al frente, el miedo desaparecía. Debía experimentar todos estos fenómenos a como diera lugar. También tenía que presenciar cómo alguien se desplomaba junto a mí y ¡adiós!: la bala le había dado de lleno. Realmente debía vivir todo esto con detalle. Yo lo quise así. Tampoco soy pacifista en lo más mínimo. O tal vez he sido un hombre muy curioso. Tenía que verlo todo por mí mismo. Y es que soy un realista, sabe usted, que necesita verlo todo con sus propios ojos para corroborar que es así... Ahora mismo soy ante todo un hombre apegado a la realidad. Tengo que seguir viendo absolutamente todo. Tengo que vivir en carne propia todos los abismos de la vida. Por eso voy a la guerra.?

Durante la guerra, Otto Dix no dejó de dibujar, acaso obsesivamente, hasta acumular en sus refugios cientos de dibujos y gouaches. Como los escritos memoriosos de Ernst Jünger, esos dibujos y gouaches importan más que un testimonio o una representación del devenir cotidiano en trincheras, batallas, patrullas, hospitales de campaña, días de licencia, retiradas; revelan una visión íntima convertida en un arte...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR