La Calle Diario de un Espectador/ Kassi kasse

De pronto parece un son jarocho interpretado por la Negra Graciana o, si nos vamos lejos, por Andrés Huesca y sus Costeños. Pero a veces, sobre todo cuando entra en acción la flauta, el sonido asemeja el del chachachá que interpretaba hace casi medio siglo la Orquesta Aragón, o la América, o la de Enrique Jorrín.

Pero se trata de música africana de hoy, música de Malí interpretada por el selecto conjunto que acompaña a Kasse Mady Diabate, un joven intérprete de gran calidad que estuvo en México hace unos días y cuya presencia se conserva en un disco titulado Kassi Kasse. Es una nueva producción de Eduardo Llerenas, el activo y perspicaz editor gramofónico que nos ha hecho descubrir no sólo la música africana sino también sus líneas de parentesco con la de las Antillas y con la de México.

Mali es una pequeña república situada en parte del desierto del Sahara, que cuando fue colonia europea se llamó Sudán francés. Antaño fue parte de un enorme imperio, el de Songay, cuya capital era Timbuctú, una ciudad muy presente en la literatura de aventuras del estilo de Julio Verne. Aunque el país se ha modernizado desde que alcanzó su independencia en 1960, están vivas muchas de sus tradiciones religiosas y musicales. A ellas corresponden el canto y la música de este disco.

Kasse Mady Diabate es un jeli. Llamados también griot, los jeli son músicos profesionales cuyo arte se transmite de generación en generación. También heredan, aunque ya no la practican, la destreza para aconsejar a los gobernantes. Es que son los depositarios del saber, la historia y la cultura de los mande, como se llama la etnia (tribu, se diría antes) a que pertenece la familia Diabate, una de las más importantes del país. El segundo nombre del cantante, Mady, es la versión local de Mahoma, y es una apelación frecuente porque el noventa por ciento de la población de Malí profesa la fe musulmana. Recibió el don musical como parte de su herencia: su abuelo tenía una voz tan hermosa que al cantar hacía llorar a la gente, no porque molestara sus oídos sino por los...

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