La Calle: Diario de un Espectador / Salvador Novo

Hoy hace cien años que nació Salvador Novo. Fue un escritor tan conocido por sus obras como por su vida privada volcada al público. Nunca tuvo necesidad de salir del clóset -como se dice de los homosexuales reprimidos que finalmente deciden darse a conocer como tales- porque nunca se recluyó en él. Y si bien sus memorias íntimas, La estatua de sal, sólo se publicaron después de muerto, no fueron nunca ignoradas las intimidades que él mismo se encargaba de divulgar.

Pero, aunque son inseparables su personalidad privada y su vida literaria, ésta tiene la fuerza que hace imprescindible la celebración de su centenario con un homenaje nacional que comienza el domingo en Bellas Artes. El orador principal será Carlos Monsiváis, que hace cuatro años publicó una suerte de biografía sobre Novo, titulada Lo marginal en el centro. También hubiera podido participar en el acto José Emilio Pacheco, que hace cuarenta años emprendió la colosal tarea de recuperar la obra periodística de Novo, iniciada en los años treinta, época en que el autor hoy centenario inauguró una forma del periodismo moderno en nuestro país.

Novo fue un escritor con intereses dilatados. Fue poeta, ensayista, narrador. En razón de esos oficios fue académico de la lengua y cronista de la ciudad de México. Practicó también artes que algunos espíritus estriñidos consideran menores en la familia de las formas literarias: fue publicista y practicante asiduo del periodismo. En todo sobresalió como comprobará quien lea su obra (por ejemplo su Nueva grandeza mexicana, retrato de la ciudad de México al mediar el siglo XX) o quien recuerde alguno de los lemas publicitarios brotados de su magín, como Mejor mejora Mejoral.

Dejemos que él mismo nos cuente cómo inició su columna La semana pasada:

Cuando los Llergo (que se habían hecho periodistas en El Universal de Palavicini) regresaron de Los Angeles a México y procuraron la fundación de una revista, hacía ya buenos tres años que, expulsado de la burocracia por el aluvión de izquierdistas acarreado por Cárdenas, yo me ganaba la vida...

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